viernes, 29 de agosto de 2014

Casual Friday: Karina Buhr




Últimamente estoy con ganas de compartir cosas en el blog, cosa que no es demasiado buena cuando tengo tanto trabajo, pero, total, qué cuesta teclear unas palabras más o menos al cabo de la jornada. Así, pues, aprovecho para retomar la vieja costumbre de celebrar la llegada del fin de semana con una breve entrada musical. 



Hace unos días publicaba una reseña sobre la película brasileña Era uma vez eu, Verônica. En ella destacaba, entre otros elementos, el uso de la música, con unas canciones muy bien escogidas de la cantante, actriz y artista plástica bahiana, aunque radicada en São Paulo, Karina Buhr.


Cuando uno piensa en música brasileña, es inevitable que nos venga a la cabeza la samba o la bossa nova (a no ser que uno sea un jevi irredento, claro, que entonces pensará en Pantera), pero lo que hace Buhr es otra cosa. Entraría dentro de ese cajón de sastre que es la MPB, pero yo creo que es más intersante de lo que se escucha habitualmente en las radios dedicadas a la música popular. 


Sus canciones, como la propia Buhr (echad un vistazo a esta entrevista desde el minuto 2:20; los subtítulos automáticos son bastante malillos, pero seguro que incluso sin ellos entendéis bastante), tienen carisma, te envuelven y te arrullan, te atrapan y te hipnotizan. Por eso, también, encajaban a la perfección en la película que menciono más arriba. La canción que os propongo hoy está muy presente en el filme y refleja perfectamente el estado de ánimo de la protagonista. En su momento me gustó tanto que tuve que apuntar algunos fragmentos de la letra, sencilla, inteligente y llena de sinceridad, para luego buscar la canción en casa, y me tuvo varios días obsesionada. Se trata de Bem-Vindas, y pertenece al primer disco de la cantante, “Eu Menti pra Você”, que podéis escuchar entero en Spotify y aquí. En youtube hay varias versiones en directo, como esta o esta otra, pero me vais a permitir que aquí ponga la versión tal y como aparece en la película. Espero que os guste tanto como a mí. Feliz fin de semana. 





Essa tarde dourada que traz
felicidade pras pessoas normais
Não me mente mais
Essa tarde que esquenta minha barriga
Por baixo da blusa preta
E meu umbigo envolvido nesse calor
Se faz de morto
Não sente nada
Só vazio.
Esa tarde dorada que trae
felicidad para las personas normales
ya no me engaña
Esa tarde que calienta mi barriga
Por debajo de la blusa negra
Y mi ombligo envuelto en ese calor
Se hace el muerto
No siente nada
Solo vacío.

miércoles, 27 de agosto de 2014

Carioquidades: la higiene




Una de las cosas que más enorgullecieron a los cariocas una vez terminada La Copa fue que los extranjeros mencionaran la higiene como una de las características más llamativas de los brasileños. No sé cómo será en otras ciudades del país, pero en Río es verdad que la gente es extremadamente pulcra. 


Lo sé, suena raro, pero lo digo totalmente en serio: aquí no es extraño entrar en un baño público y que alguien esté utilizando el hilo dental delante del espejo. También es habitual encontrar un pequeño lavabo en los restaurantes, sin necesidad de entrar al cuarto de baño, para lavarte las manos antes de comer. 


Visto lo visto, la higiene (porque ese mismo cuidado que tienen consigo no lo tienen con la basura ni con sus calles, por cierto, aunque ese es otro tema) viene siendo religión, y aprovecho para contaros algunos detalles que me llamaron la atención al respecto.


Mi favorita. La lógica del eslogan es aplastante.
Los productos de higiene se venden en las farmacias/droguerías. Y no os podéis imaginar la gran cantidad que hay por la calle. Drogasmil, Pacheco, Drogasil o Peixoto son las primeras que se me ocurren, pero es que realmente hay muchísimas. Aunque estos establecimientos también venden medicamentos, lo primero que llama la atención son los lineales de jabones, cremas, champús, etc.



Hablando de jabones, los cariocas no utilizan gel de ducha. Sí, en las "drogarias" puedes encontrar algún jabón en crema o gel Dove, pero lo normal es ducharse con una pastilla de jabón. Hay muchísimas marcas y tipos de jabón: exfoliantes, hidratantes, nutritivos, con aroma o sin él, con glicerina, antisépticos, para el acné o para la psoriasis, especiales para hombres (esto me hace mucha gracia, porque hasta la pastilla tiene los contornos más rectos; ya sabéis, porque a los "hombres de verdad" no les gustan las pastillas de jabón redondeadas) de marcas nacionales o de importación... En serio, es todo un mundo por descubrir y una costumbre que no se tarda en adoptar y que, en la medida de lo posible, quiero llevarme de vuelta a España. Mis favoritos, los de un par de marcas brasileñas "de toda la vida": Granado y Francis.  Aunque algunos jabones tienen líneas completas con sus perfumes a juego, yo diría que no levantan tantas pasiones: teniendo en cuenta que los perfumes atraen los mosquitos (y que aquí terminas acribillada como te descuides), es casi mejor evitarlos. Y algunos jaboncitos ya tienen un aroma bastante penetrante.


Otra cuestión muy brasileña (y ahora ya entramos en terreno escatológico, avisados estáis) es cómo utilizar los sanitarios. Aquí el agua de los inodoros tiene muy poca presión. Además, el papel higiénico es, como lo diría, distinto. Se desintegra de otra forma. De ahí que en la mayoría de baños públicos haya un cartel pidiendo que no se tire el papel al váter, sino a la papelera. Y lo primero que piensas es "menuda guarrada", pero luego cuando ya has tenido un par de contratiempos en casa decides que "allá donde fueres, haz lo que vieres" e instalas La Papelera (aunque en los cartelitos pone que es por la cuestión ecológica de ahorrar agua, yo os digo que es porque el papel se queda flotando ahí para siempre jamás).


Lo sé, es extraño, pero "a gente" somos así. En mi gimnasio supermolón, por ejemplo, además de la papelera, hay aros de papel para que puedas sentarte cómodamente en el tronito y guantes-bolsa de plástico, de modo que, para limpiarte sigues estos pasos: te pones el guante, coges el papel, te limpias, das la vuelta al guante (como si fuera la bolsita recogecacas del perro), lo atas y lo tiras a la papelera (y te lavas las manos antes y después, por si acaso). Ya os digo que hay costumbres que al principio sorprenden. Es verdad que mi gimnasio tira más bien a pijete (en las duchas hay expendedores de jabón, champú y acondicionador), pero lo que os cuento no es una excepción, sino la norma.


Y ahora, una vez finalizados los menesteres íntimos, os cuento cómo funciona la higiene en casa. Por ejemplo, una cosa que como española llama la atención es que aquí no hay fregonas ni cubos con escurridor, sino que se friega a la francesa: mojas un trapo, lo escurres, lo enroscas alrededor de un cepillo parecido a los de limpiar los cristales y con eso frotas el suelo. En cuanto a la limpieza de las superficies, el producto estrella es el alcohol: lo tienes de 46, de 70 grados o incluso más. El pobre perro se pone a estornudar como un poseso cada vez que lo uso; cualquier día va a terminar borrachino...



Seguro que se me olvidan un montón de detalles relacionados con la limpieza y la higiene (como los distintos tipos de depilación, que algunos dan dolor solo de leer la descripción en las tablas de precios), pero con estos pocos seguro que os váis haciendo una idea de lo distinto y chocante que puede resultar Brasil al principio... Ya os seguiré contando.


miércoles, 13 de agosto de 2014

Era uma vez eu, Verônica: realismo en la playa



Ya sé que para los hispanohablantes el portugués no es precisamente como el húngaro, pero estos días por fin he terminado mi primer libro y hace algo más de una semana vi mi primera película, así que estoy contenta: objetivo superado.


El libro, Mad Maria, sin ser nada del otro mundo, me ha gustado bastante y me ha servido para darme cuenta de que ya puedo enfrentarme a literatura más seria. Si a alguien le interesa, la minirreseña, como es habitual, está en goodreads. Ahora a ver si tengo tiempo y me animo a ver la miniserie basada en el libro.


En cuanto a la peli, se trata de Era uma vez eu, Verônica, y fue el colofón a nuestro curso de portugués en Carioca Languages (escuela muy recomendable; si tengo tiempo, ya os hablaré de ella). La pequeña trampa es que la vimos con subtítulos en inglés, cosa que agradecí debido al ruido infernal que entraba de la calle y que impedía oir bien los diálogos.


Tengo que reconocer que no estoy en absoluto familiarizada con el cine brasileño. Y no exagero: creo que, además de esta peli, solo he visto Tropa de élite, Cidade de Deus y Central do Brasil. Ya lo sé, no es como para sentirme orgullosa... Pero nunca es tarde, ¿no?


El filme de Marcelo Gomes ofrece una imagen de Brasil totalmente opuesta a la postal que todos tenemos en la cabeza. Y eso es bueno. Huye de los tópicos extremistas de playa o favelas para llevarnos a una realidad mucho más comprensible y cotidiana. La Verônica del título, fantásticamente interpretada con gran contención y naturalidad por Hermila Guedes, es una médico recién licenciada que comienza su residencia de psiquiatría en Recife. Haciendo uso del mismo magnetofón que la acompañara durante la carrera, va confesándose y analizándose como si fuera su propia paciente. 


La vemos en su día a día, atendiendo a sus pacientes, saliendo con sus amigas, disfrutando del sexo, cuidando de su padre... Verônica se enfrenta a todo, se ocupa de todo, se da a todos, física y mentalmente, hasta que queda vacía. Luego, no le queda nada para sí misma. La película no es cruel, ni dura, pero tiene una pátina de melancolía que de algún modo duele. 


El acierto del guion es precisamente la ausencia de acción; al igual que la protagonista, nos mecemos en la calidez y el vacío. Quedamos suspendidos en largas tomas en las que apenas sucede nada. El retrato es casi documental y es curioso que el título aproveche el famoso "érase una vez" para llevarnos al opuesto del cuento de hadas. Si hay alguna magia y algún milagro en la película es la supervivencia y la fortaleza silenciosa de la protagonista, la humanidad y la cercanía de su imperfección. Es una película que se ofrece tal cual, transparente, sin preguntas ni respuestas.


Por cierto, que otro elemento destacado de la película y que no quiero dejar pasar por alto es sus sonidos: tanto los ruidos ambientales, que para mí también forman parte de su alma y que, por sí mismos, constituyen una banda sonora, como la música. Además del frevo más tradicional que el padre de la protagonista escucha continuamente, encontramos varios temas adictivos (como este, o mi favorito, este otro) de Karina Buhr, una cantante desconocida para mí, pero que creo que no voy a perder de vista.


No es de extrañar que la película gozara de éxito en su paso por Toronto, Brasilia y San Sebastián. Sin ser una película que yo habría escogido (entre otras cosas, porque su somera descripción en imdb, por ejemplo, es totalmente engañosa), me alegro mucho de haberla visto y me ha dejado con muchas ganas de ver la última obra del director: O homem das multidões. Seguiremos informando.







martes, 12 de agosto de 2014

Madrás Café: un poco de historia contemporánea




El otro día, mi amiga P. hablaba en su blog de la ignorancia. Aunque estoy segura de que algo exageraba y ni por asomo será para tanto, a mí también me pasa algo parecido a lo que describía: reconozco que soy muy ignorante, me cuesta aprender aquello por lo que no siento una mínima afinidad y tengo una memoria bastante volátil, de forma que olvido con facilidad todo lo que no me interesa de algún modo, o bien recuerdo algún nombre, alguna fecha, etc. pero sin saber exactamente de qué iba el tema...


Sé que es bueno reconocer la ignorancia propia, pero a la vez me da bastante rabia no saber más, darme cuenta de que he olvidado cosas o descubrir que no recuerdo algo que ya debería tener guardadito en la memoria. Así que cualquier excusa es buena para aprender, conocer, recordar, descubrir, memorizar, revisitar, afianzar, etc. Cualquier granito de arena siempre es bienvenido... La peli de hoy es perfecta para despertar la curiosidad o, al menos, eso es lo que me ha provocado a mí. Y, claro, no he podido dejar de acordarme de ella. Así que, esta peli es para ti.


Lo primero que hay que destacar es que, ¡sorpresa!, Madrás Café no es Bollywood. Como ya viene siendo habitual en algunas películas indias de los últimos años, aquí no hay música, ni bailes, ni colorines, ni romance con final feliz, sino que, a partir de un acontecimiento histórico, Shoojit Sircar construye un thriller político bastante bien llevado. Si queréis ver la peli totalmente libres de spoilers, este sería el momento de dejar de leer (en los canales habituales la encontraréis con subtítulos en inglés).


Reconozco que en algunos momentos me resultó algo confusa, pero probablemente eso se deba más a mi desconocimiento del contexto que a la película en sí. Así que, por si alguien tampoco sabe demasiado del tema (yo sabía de la existencia de los "Tigres Tamiles", pero poco o nada más del conflicto), ahí va un pequeño resumen de lo que he conseguido encontrar navegando por Internet. Así, si os animáis a ver la película, ya tendréis algo más de camino recorrido que yo. Si alguien conoce más del tema y quiere aportar algo o corregirme, será más que bienvenido, porque el tema es delicado.


Desde 1983 y hasta 2009, Sri Lanka vivió en un estado de guerra civil debido al continuo enfrentamiento entre el gobierno y los llamados Tigres Tamiles (o LTTE, Liberation Tigers of Tamil Eeram), movimiento insurgente creado por Velupillai Prabhakaran en 1973 y clasificado como terrorista por Estados Unidos y la UE. Este grupo pretendía la creación de un estado independiente para la minoria tamil en el norte y el este de la isla. 


Usando el método del atentado suicida, ha sido el único grupo que ha logrado asesinar a dos líderes mundiales: el ex primer ministro indio Rajiv Gandhi (hijo de Indira Gandhi y, por tanto, nieto de Jawaharlal Nehru) en 1991 y el presidente de Sri Lanka Ranasinghe Premadasa in 1993. Tras varios intentos de treguas y alto el fuego, finalmente el gobierno esrilanqués inició una fuerte ofensiva que acabó con la derrota del movimiento y la muerte de sus líderes.


La ONU estima que, durante los más de 25 años de guerra civil, entre 80.000 y 100.000 personas murieron por causa de los enfrentamientos. Además, la guerra provocó unos 300.000 desplazados. Y parece que la herida aún está lejos de cerrarse.


Lógicamente, Madrás Café parte del punto de vista indio de un hecho histórico que le afectó profundamente. No entiendo muy bien el motivo que llevó a los creadores a cambiar el nombre del grupo terrorista por LTF o inventarse un nombre para su líder, que en la película es Anna Bhaskaran, pero eso tampoco es tan importante cuando es más que evidente quién es quién. Otra cosa, que el póster no os lleve a engaño, la periodista tiene un papel bastante limitado en el film y casi todo el peso recae sobre el actor John Abraham, que interpreta a Vikram Singh, oficial de la inteligencia india desplazado a la isla vecina durante la intervención de su país en el conflicto. En un largo flashback vamos descubriendo la red de espionaje y los infructuosos esfuerzos que tanto él como sus colegas llevan a cabo para impedir el atentado que termina por costarle la vida a R. Gandhi.


Ya he comentado que en algún momento resulta confuso el desarrollo de los acontecimientos y el continuo cambio de ubicación. Yo terminé por parar la peli unos minutos y consultar Google Maps para ver dónde quedaba exactamente cada una de las ciudades por las que iban recayendo los personajes. Pero esto es una cuestión personal y supongo que tampoco es necesario.


Como era de esperar, la peli tuvo buenas críticas en la India y provocó la ira de los tamiles, que consiguieron impedir que se estrenase en Reino Unido. Yo, que no soy en absoluto fan de este tipo de thrillers, disfruté bastante, así que creo que puede ser una buena opción para los amantes del género. Y, lo que es más importante, se sale de los cánones habituales de guerra fría y demás, lo que nos permite adentrarnos en una realidad para muchos desconocida. Aquí os dejo el tráiler; si le dáis una oportunidad, ya me contaréis qué os ha parecido.



martes, 5 de agosto de 2014

Paseando por Río




Me encanta pasear. Hacer senderismo con mi perro es uno de los grandes placeres de la vida y aunque, por distintos motivos, aún no hemos tenido la oportunidad de conocer las rutas de naturaleza que hay por Río, espero poder hacerlo en cuanto sea posible. 


También me apasiona caminar por la ciudad. Como turista, soy eminentemente urbanita. No tengo nada contra otro tipo de destinos, pero en mis vacaciones, no hay nada como tomar un plano y patear calles, disfrutar de las fachadas, las tienditas, los cafés, los restaurantes, entrar aquí, comprar una tontería allá. Hablar con la gente, aunque sea por señas. Visitar una exposición que te has encontrado por el camino. Escuchar un concierto. Así fueron mis últimas vacaciones y así espero que sean las próximas.


Cuando la gente se entera de que te vas a vivir a un lugar nuevo, en ocasiones se hacen la idea de que vas a vivir en una especie de limbo vacacional, que en quince días o un mes vas a tener tiempo para dejarlo todo hecho: subir al Corcovado, al Pan de Azúcar, pasear por Ipanema, comprarte unas Havaianas y beberte todas las capirinhas de Copacabana... Pero la realidad suele ser bien distinta. Primero la mudanza y la adaptación a un nuevo barrio y, más tarde, el trabajo y la vida diaria no suelen dejar mucho tiempo para hacer turismo puro y duro. Además, siendo totalmente sinceros, tampoco tienes necesidad de sufrir día sí y día también las apreturas de los puntos más turísticos (especialmente durante la Copa, que fue una invasión en toda regla) y convertirte en blanco de la baja delincuencia. Al fin y al cabo, tienes tiempo de sobra para visitar la ciudad con mesura y para descubrirla poco a poco y más a fondo de lo que podrías permitirte si apenas fueras a estar aquí solo unos días. 


A pesar de todo, eres muy consciente de que hay una serie de imprescindibles que no puedes dejar pasar. Y es ahí donde empiezas a buscar rutas urbanas. Como es lógico, aparecen muchas guías turísticas en distintos idiomas, sin que falten en ningún momento el inglés y el español, desde las típicas que te llevan y te traen al hotel hasta aquellas en las que solo tienes que aparecer en un punto determinado, unirte y luego pagar lo que consideres adecuado. Aunque siempre es bueno tener un guía, no estoy segura de que sea necesario ir de la mano de alguien para conocer lo más evidente...


Pero hay un Río que, sin estar oculto, sí escapa al turista apresurado. Es para ese Río para el que sí merece mucho la pena que te lleven de la mano a descubrir joyas que quizá de otro modo te pasaran más inadvertidas. Y yo he tenido la suerte de encontrar la forma ideal de conocer esa cara de la ciudad. 


Con la fantástica idea de descubrir a los cariocas su propia ciudad y de poner en valor el patrimonio de Río, la facultad de Geografía de la UFRJ y el Profesor Dr. João Baptista Ferreira de Mello organizan los llamados Roteiros Geográficos, que cada cierto tiempo escogen un lugar destacado de la ciudad para recorrerlo, redescubrirlo y aprender a apreciarlo. Aunque existen rutas diurnas y nocturnas, así como caminatas durante la semana, yo solo he podido participar en los paseos que se han organizado los domingos. Cosa que espero solucionar muy pronto.


Con una filosofía parecida a la que animaba aquellos imprescindibles paseos por la Promenade de Létang y Sidi El Houari que organizaban el Instituto Cervantes y Oran Bel Horizon, por mucho apoyo institucional o mediático que se pudiera conseguir, al final todo se debe al compromiso personal de quien lleva a cuestas la responsabilidad de la organización y que desea compartir su amor por la ciudad. No sé si se obtendrá alguna compensación material, pero madrugar un domingo por la mañana para recorrer las calles de Río para abrirle los ojos a tus conciudadanos no es algo que se pague con dinero. Y eso es lo que hace el profesor Ferreira de Mello. 


Este domingo pasado nos llevó a la Catedral Metropolitana y paseamos por Lapa, Cinelandia y Gloria. Visitamos el Centro Cultural Justiça Federal y llegamos hasta el Palacio de San Joaquín. Las visitas son didácticas y con un tono muy ameno. Y, aunque todas las explicaciones son en portugués y el destinatario de estos roteiros es el carioca medio, nunca faltan extranjeros interesados en ir más allá de lo más evidentemente turístico. Hace un par de semanas estuvimos escuchando la misa cantada de São Bento y visitando la iglesia de Nuestra Señora de la Candelaria. Y un par de semanas más atrás conocimos el plan Porto Maravilha, comenzando por la restauración del Edificio A Noite, uno de los primeros rascacielos de Brasil y sede de la antigua radio nacional, y siguiendo con la recuperación de la zona portuaria, en plenas obras, y con la construcción del Museo del mañana, de Santiago Calatrava.


Hay un Río de Janeiro que aparece en los mapas, pero que suele quedar fuera de las apretadísimas rutas de los turistas que dejan caerse apenas unos días por la ciudad. Por suerte, la Ciudad maravillosa tiene mucho que ofrecer a todos: puedes aplaudir a la espectacular puesta de sol en Arpoador y puedes disfrutar de la Ópera de Malandro en esa pequeña joya que es el Teatro Municipal. Y, si tienes suerte, conoces a alguien como al profesor Ferreira de Mello y aprendes a amar una ciudad que, maravillosa e imperfecta, cada vez más empiezas a sentir tuya.