La peli de hoy ha sido una
sorpresa. No tenía demasiadas esperanzas y tengo que reconocer que he acabado
rendida a sus encantos. Con un elenco de estrellas como el que nos ofrece y viniendo
de Yash Raj Films, una de las mayores productoras del país, esperaba una de esas pelis enormes… O bien un humor que no me iba a llegar: hay que reconocer que el humor es algo muy cultural y, cuanto más alejados estemos de la realidad que muestra la película, mayor será la dificultad de captarlo.
Os voy a contar una de mis
teorías absurdas: hay dos tipos de filmes en el cine indio. Por un lado tenemos
las producciones megalomaniacas, donde todo es poco y la grandiosidad, el
brillo y la exageración son esperables y bienvenidos, ya sea desde la
modernidad o desde la mirada al pasado. Por otro, están esas pelis en que el
argumento, la música, las interpretaciones, todo es pequeño. No es que las
intenciones de uno u otro tipo sean distintas, todas quieren entretener, pero
el medio para llegar a su fin es completamente distinto.
Ambos tipos de pelis me gustan.
Adoro los dramas más grandes que la vida con Shahrukh o la acción pasada de rosca de Salman. Y siempre es un buen momento para las pelis "programáticas"
de Aamir, con sus buenas intenciones y su moraleja final. Pero de todos los
Khan, probablemente sea Irrfan el menos galán, el más contenido (y por ello quizá el más presente en pelis occidentales) y el que mejor encaja
en esas pelis discretas, pero que llegan muy adentro. Y cada vez que lo veo,
más me gusta, a pesar de que su atractivo es el menos evidente.
No sé por qué en muchas ocasiones
hablo por aquí de pelis grandes, que a poco que te interese el cine indio no necesitan presentación, y me olvido de
recomendar esos filmes más invisibles. Será el brillo, que me ciega el
entendimiento. O tal vez sea que esas películas pequeñas son más difíciles de
vender como cine típicamente indio. O incluso se deba a que me han gustado
tanto que no sé cómo hacer para escribir sobre ellas de una manera más
objetiva. Me pasó con English Vinglish
y me pasó con The Lunchbox, dos pelis maravillosas que quizá aparezcan por aquí cuando las vuelva a ver, pero no
quiero que me pase hoy. Así que os recomiendo vivamente Piku, que además, se estrenó hace no mucho.
Piku es el nombre de la protagonista,
interpretada por Deepika Padukone, una arquitecta soltera que, en la treintena,
mantiene un precario equilibrio entre su vida laboral-personal y el cuidado de
su padre, Bhaskor Banerjee, un septuagenario intelectual, hipocondriaco, contestón, egoísta
y entrañable de origen bengalí, al que da vida uno de los grandes del cine
indio: Amitabh Bachchan. La difícil relación con su padre, cuyo tema favorito
de conversación es su salud intestinal, y que no duda en boicotear cualquier
conato de relación amorosa de su hija, ha hecho que esta viva estresada y se comporte
de forma desagradable con todo el mundo. Cuando Piku acepta acompañar a su
padre de Delhi a Calcuta para visitar la antigua casa familiar, el único
dispuesto a llevarlos en coche a través de los 1.500 km que separan ambas
ciudades es Rana Chaudhary (Irrfan Khan), el dueño de la empresa de
taxis que normalmente utiliza Piku para ir al trabajo.
Piku es una comedia con algo de
road-movie, algo de romance, algo de drama familiar, pero el resultado es más
que las suma de sus partes. El director Shoojit Sircar nos ofrece una peli de temática muy distinta a su último film, Madras Café, y acierta de pleno en el tono, manteniendo un fino equilibrio en la comedia, sin caer en la vulgaridad. Es de las pelis más divertidas que he visto en los
últimos tiempos, y no solo indias. Los momentos cómicos que nos regalan Bachchan y Padukone son antológicos, de carcajada segura, y no tardamos en coger cariño al
resto de personajes.
Es una película en la que no hay demasiada
acción y todo el peso recae en los personajes, con diálogos continuos que nos
van desvelando todo un entramado de relaciones que resultan muy cercanas a pesar
de la enorme diferencia cultural. El romance también es leve, desarrollándose
poco a poco, a través de conversaciones banales. Y, sin entrar en detalles, diré que el final es muy satisfactorio.
La bonita música de Anupam Roy está muy velada y acompaña bien las escenas, sin
que haya ningún momento en que moleste o interrumpa la acción. Por último,
destacaría las preciosas imágenes de la ciudad de Calcuta, que dan ganas de
coger un avión y plantarse allí a dar un paseo en bici…
Como ya he dicho, una película
pequeña, nada pretenciosa, con unas interpretaciones excelentes y que deja un
estupendo sabor de boca. Perfecta para aquellos a quienes el artificio de las
pelis más bollywoodienses no les acaba de llegar, o para descansar de sus oropeles. Me ha gustado tanto que
probablemente vuelva a verla, tiene toda la pinta de ser un perfecto “lugar
feliz”.