martes, 4 de marzo de 2014

Mierda, esa soy yo...



Uno de los problemas que críticos y blogueros argumentaban contra Girls era la incapacidad de generar empatía con los personajes. No es ya que las protagonistas de la serie sean antiheroínas o tengan caracteres difíciles o arrastren un pasado oscuro. Nada de eso, el problema de las chicas es que directamente son antipáticas.


Efectivamente, creo que Lena Dunham ha creado de forma muy consciente unos personajes que acumulan lo peor de cada uno de nosotros y, aunque Girls puede resultar muy generacional y localista en lo anecdótico, su alcance es bastante más general. Y eso duele.


Porque el problema de Girls, si es que lo hubiera, es que cada vez que sientes una mínima identificación con alguna de las protagonistas es para recibir una bofetada de realidad. No es tanto un "pobrecilla" como un "mierrrrrrrda, esa soy yo". Es doloroso verse reflejada en actitudes poco honorables o directamente egoistas y el quinto episodio de la tercera temporada es buena prueba de ello.


El ejemplo más evidente es el de Hannah, pero sus amigas disfuncionales no le van a la zaga. Vemos cómo la incipiente escritora es incapaz de ponerse en el lugar de los demas ¡en un velatorio! y de mantener cierta discreción. Cada vez que habla mete más la pata y una vez en casa, después de montar un espectáculo, se lamenta y se retira a lamerse las heridas, porque el mundo no la entiende.  Pero es que ella es incapaz de implicarse con los demás más allá de lo superficial y todo lo ve desde la perspectiva de su propio beneficio.


Marnie no entiende cómo a una chica tan guapa y tan inteligente como ella no le van mejor las cosas. Se siente sola y, aunque quiere mejorar, siempre terminan por poderle la vanidad y la sensación de superioridad. Cuando, a petición de ella, Ray le dice más o menos todo esto, tampoco lo utiliza precisamente para su mejora personal...


Jessa reconoce en el fondo que su vida es una porquería y su insatisfacción permanente la lleva a tomar decisiones radicales una y otra vez: cualquier día de estos decide quedarse embarazada y termina de rematarlo. Claro que tener como interlocutora y confidente a Shoshana no es lo mejor que te puede pasar para mantener tu salud mental. Y en cuanto a esta última, es alucinante cómo escudándose en su supuesta candidez es capaz de lanzar dardos envenenados a sus amigas, acusándolas descaradamente de no haber hecho nada digno de respeto con sus vidas desde que terminaron sus estudios.


Este es precisamente el gran valor de Girls. Busca deliberadamente el feísmo, pero sin caer en lo sórdido. Siempre en la delgada línea entre la comedia y el esperpento, se columpia sin miedo en lo más incómodo de la miseria humana, en los pequeños pecados de las niñas (casi) bien. Todo muy del primer mundo. Si en un momento determinado te sientes identificada con una de ellas, será para rápidamente responderte "no, yo no soy así". Y sí, sí lo eres. Bienvenida.


2 comentarios:

  1. Bravo, justamente eso he sentido yo (y mucho más esta tercera temporada) al ver Girls. "Mierrrrrrrda, esa soy yo" jajaja, no olvidaré esta frase cuando me sienta identificada frente al televisor. Me pasa mucho con Marnie, la verdad.

    Besos

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    1. Hola, Reina Parra, ¡gracias por comentar! La verdad es que Marnie también es con la que yo más me sentí identificada al ver el episodio... Y no me gustó nada. Aunque en el fondo es bueno saber reconocernos en nuestros defectos, ¿no? Es el primer paso para corregirlos, jeje. Un abrazo.

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