Aunque lo de los "dramas de época" no es nuevo, sí es cierto que, desde hace algunos años, se lleva apreciando un resurgimiento de este tipo de series, carro al que incluso se han subido canales y productoras patrios, con proyectos de cierto calado como Gran hotel o Isabel.
A mà es un género que siempre me ha gustado, funciona muy bien como puro disfrute y evasión y, con un poco de suerte, ofrecerá una adaptación y un acercamiento dignos a una determinada obra literaria y su época.
La última adaptación a la que he dedicado tiempo ha sido The Paradise. Después de la ambiciosa (y un poco fallida) Parade's End, la BBC ha vuelto a la carga con esta adaptación de la novela El paraíso de las damas de Émile Zola.
Incluso sin haber leído la novela, me atrevo a aventurar que más que adaptación, se trata de una inspiración. Su responsable, Bill Gallagher, es también el productor de Lark Rise to Candleford y probablemente The Paradise tenga más en común con esta que con el naturalismo del autor francés. Para empezar, si la novela de Zola situaba la acción en una zona muy concreta de París, en su adaptación televisiva nos encontramos en una ciudad sin nombre del noreste inglés.
En ella se encuentran los primeros grandes almacenes del país, ese "paraíso" en el que las ociosas damas de la alta sociedad se dejan tentar por todo tipo de artículos exclusivos y deliciosos. A través de sus episodios autoconclusivos vamos descubriendo el día a día de las empleadas y de los responsables del comercio, sus ambiciones y sus relaciones, así como los efectos que una tienda de estas características tiene sobre el comercio minorista, que intenta sobrevivir frente al gigante del progreso.
Pero no nos engañemos, aquí no se trata de denunciar la avaricia del empresario ni de defender a las clases más desfavorecidas. Si acaso, vemos alguna mínima pincelada de conciencia social, pero a punto de terminar la primera temporada, la serie parece bastante cómoda centrándose en el devenir romántico de sus protagonistas. Lo cual, por otra parte, es perfectamente lícito: la serie es una delicia para la vista y, sabiendo a qué atenernos, se disfruta sin complejos. Tiene sus intenciones muy claras y, a diferencia de Lark Rise to Candleford, aún no ha caído en la cursilería más descarada. Camina sobre una línea muy fina, es cierto, y habrá que ver cómo continúa en la próxima temporada, pero hasta el momento resulta un entretenimiento ligero y muy agradable. Yo, por el momento, me la quedo.
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