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lunes, 17 de noviembre de 2014

Serie cancelada: bien por mí



Ya hablé hace tiempo por aquí de Witches of East End. Una serie sin demasiadas pretensiones, "para mujeres", con una primera temporada entretenida que parecía que iba a recoger el testigo de Embrujadas. El otro día leí que la habían cancelado. Y la verdad es que me alegré. Pero, ¿cómo se pasa de disfrutar de una serie a acoger con gusto su cancelación? En realidad, es sencillo, y es que la segunda temporada ha heredado lo peor de la primera y ha ido descartando lo interesante. 


Todos sabemos lo complicado que es adaptar libros. Cuando el libro es bueno, el lenguaje cinematográfico o televisivo suele quedarse corto, sobre todo si quien se encarga de la adaptación tiene demasiado miedo a alejarse del original o lo respeta demasiado como para hacerlo. No sucede lo mismo con la literatura de bolsillo. Recuerdo haber leído Los puentes de Madison o Bailando con lobos y haberme arrepentido de acabar con el buen sabor de boca de las películas con unos libros que no estaban a la altura de sus propias adaptaciones.


En su momento ya cometí el error de leer los tres o cuatro primeros libros de True Blood. Y aún no tengo muy claro si me arrepiento de haber leído los dos primeros de Outlander (aunque están bastante bien, muy por encima de las otras dos sagas y, además, hay que comprender que son pioneros en su género; la basura y el hastío vinieron después). Tanto en la historia de los vampiros como en la de la verdadera señora Beauchamp (¿por qué se repiten los nombres?, ¿hay algún motivo que desconozco?, ¿es Beauchamp un nombre "fantástico" en el sentido más literal?), considero que la adaptación para televisión corrige y mejora algunos de los fallos de los libros, como aquel personaje de Bubba, que me provocaba urticaria cada vez que aparecía en las novelas de Charlaine Harris o el tema de la boda de Claire (que en el libro es una horterada como un pino).


Así que con Witches of East End no corrí riesgos. Al fin y al cabo, tampoco era una serie que me gustase tanto (aunque creo que tengo el primer libro por ahí). Al empezar a ver la serie era tan evidente que iba a encajar en su género de Contemporary Adult Fantasy Romance que me dio hasta pereza ponerme con los libros. Estaba bien para pasar el rato, la carnaza estaba racionada y no era especialmente desagradable. Punto para ellos. 


El problema no es que para condensar todo un libro en diez o doce episodios haya que sintetizar bastante. Al fin y al cabo, en la primera temporada la serie lo consiguió. La cuestión es que en la segunda temporada los personajes no solo evolucionan, sino que se convierten en otra cosa. Se supone que la serie iba a ser más oscura, pero nada más lejos de la realidad. Si acaso, más absurda, pero sin gracia. Ni para unas risas ha dado tanta tontería junta. Las actitudes no tienen sentido, las tramas me han dado mucha pereza (unas cuantas siestas me he echado viendo la serie, así me duraba cada episodio hasta tres días) y la magia se ha utilizado como excusa para que la historia se saltase sus propias reglas.Y no creo que sea un problema de la serie; estoy convencida de que en los libros sucede lo mismo, lo que pasa es que cambios que a lo largo de cincuenta páginas pueden resultar más o menos lógicos, se suceden con tal rapidez en la serie que rozan el ridículo.


Creo que a estas alturas de la historia de las series hay que ofrecer al menos un mínimo de coherencia. No pido que la serie sea buena, pero no es posible que pasemos del luto por la pérdida de la pareja a una relación lésbica con un antiguo amor, que te está dando el pésame, y luego a olvidar tanto a uno como a la otra: la nada en cuestión de minutos... Y además de toodo esto, la maldita capacidad de resurrección. ¿Qué interés puede despertar el peligro que corre un protagonista si como espectador sabes que nunca va a morir? ¿Dónde quedan el interés, la intriga, el miedo, la empatía? Se supone que lidian con sentimientos fortísimos, pero apenas les rozan. Y eso no solo es ridículo, es que es molesto.


Así que, en ese sentido, me alegro de que se me hayan adelantado cancelando una serie que había perdido todo el encanto (trash) que podía tener. Lo siento por los fans de los libros, pero a mí me han ahorrado la decisión. De hecho, creo que ya se me ha olvidado el cliffhanger del final de temporada...

lunes, 28 de octubre de 2013

Las brujas están de moda



No sé dónde leí hace ya mucho tiempo que los siglos van alternando entre racionales y espirituales. Si el siglo XX fue un nuevo siglo de las luces, lleno de avances científicos y tecnológicos, este siglo XXI debería ser un siglo de espiritualidad. No estoy segura de si podríamos llegar a hablar de espiritualidad, pero desde luego, viendo la parrilla televisiva de los últimos años, parece claro que nos hemos cansado de lo racional y nos refugiamos en lo fantástico.


Una vez superada la moda, quizá más literaria que televisiva, de las conspiraciones y las sociedades secretas, llegó la de los vampiros. Y esa sí que encontró un filón en lo audiovisual, con productos de más o menos calidad que encandilaron no solamente a las jovencitas más impresionables. De esa época "crepuscular" aún quedan coletazos, como True Blood (¿alguien sigue viéndola?) o Vampire Diaries. Parece que Dracula, el último intento de la NBC por reflotar su parilla, no va a tener demasiado éxito.


El tema vampírico, sin embargo, ha demostrado que estamos más que dispuestos a entrar en mundos de fantasía, supongo que a modo de escapismo de una realidad, reconozcámoslo, bastante desagradable y con poco lugar a la esperanza. Y este año, parece que la moda se ha decantado por el tema de las brujas. Además de la película de Alex de la Iglesia que ahora mismo está en cartel (y que aún no he visto), la tercera temporada American Horror Story lleva el apéndice "Coven" ("aquelarre", que qué palabra tan bonita, por cierto) en el título. También llegan rumores de que la CBS podría hacer un remake de Embrujadas. Y hace un par de semanas se ha estrenado The Witches of East End.


Como soy una cagueta (vi el primero de Sleepy Hollow y, aunque me gustó, lo pasé un poquillo mal y no me he atrevido a seguir), no tenía muy claro si darle una oportunidad o no. Pero ni miedo ni nada. La serie de Lifetime (el canal de The Client List o Army Wives, y con eso os lo digo todo) tira de la fantasía para contarnos una historia de mujeres solas, romance y lucha entre el bien y el mal.


La madre, la hermana sosa, la hermana pingo,
el hermano serio y el hermano greñas. 
La serie tenía toda la pinta de estar basada en alguna novela popular y, efectivamente, debe su existencia a la escritora Melissa de la Cruz (la de la saga de libros The Au Pairs). En The Witches of East End, Joanna Beauchamp es una bruja que ha intentado mantener oculta su condición a sus dos jóvenes hijas, Freya e Ingrid. Sin embargo, se ve obligada a hacerlo cuando un cambiaformas adopta su aspecto para asesinar a un vecino y es detenida por el crimen. Ingrid, la más racional (que precisamente ha dedicado sus estudios al tema de la historia de la brujería) nunca ha sospechado, mientras que Freya, la más pasional, siempre supo que "era distinta". Para ayudarlas en su camino de aprendizaje y aceptación, y en la lucha contra ese enemigo desconocido, llega su tía Wendy.


El papel principal corre a cargo de Julia Ormond, otra de esas actrices que llegadas a cierta edad deciden dar el paso a la televisión. Últimamente la hemos visto hacer de madre, primero de Claire Danes en el telefilm de HBO Temple Grandin y, después, de Jessica Paré en Mad Men. La verdad es que si a mí me emparejan John Slattery también me pienso lo de trabajar en televisión. Pero bueno, esto no es Mad Men, ni mucho menos, pero es un papel protagonista, así que la señora debe de estar contenta.


Querida Mädchen Amick, ¡no pestañees!
A ver cómo os lo diría, la serie ni es buena ni tiene la intención de serlo. Es mala, los efectos son cutrongos y la trama a veces es un pelín ridícula. Como era de esperar en una serie yanqui con mujeres solas, también hay un tufillo a falso feminismo de ese de reafirmación de la mujer, que luego se pierde por que le dé mimos el primer maromo que se le cruce, y trama romántica que explotar: Ingrid tiene una historia incipiente con el policía que detiene a su madre y Freya siente una irresistible atracción por el hermano de su prometido, que acaba de llegar al pueblo.


Y a pesar de todo, me ha picado la curiosidad. No sé si os la recomendaría, pero yo voy a seguir un poco más con ella. No es que la historia prometa; de hecho, parece bastante previsible, pero para pasar el rato a mí me sirve. Pero me da la impresión de que últimamente solo veo bazofia, a ver si para la próxima me pongo las gafas de pasta y os recomiendo algo más "recomendable". Entre tanto, ¡que viva el cutrerío!