Mostrando entradas con la etiqueta opinión. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta opinión. Mostrar todas las entradas

miércoles, 11 de junio de 2014

Lo de los canales




Intentando poner un poco de orden en el blog, me encuentro con que no acabo de encontrar una forma ideal de etiquetar las entradas. 


Buscando entre mis blogs de referencia, están los que ponen el número menor de etiquetas posibles, como @missmacguffin en su diario, hasta los que ponen un montón de etiquetas, dejando unos posts muy claros y fáciles de identificar, pero un poco complicados cuando se quiere buscar algo en la nube de tags. Yo empecé haciendo esto último, pero he llegado a la conclusión de que no merece la pena tener una lista interminable de etiquetas que incluyen todas las series, las películas y los libros tratados en el blog. Así que, voy a intentar tomar el camino intermedio, algo así como lo que hace @ainhop en su estupendo Capítulos en FF. Básicamente, cuando un dato es puntual, lo he eliminado de las etiquetas. No obstante, sí he dejado los títulos de las series, ya que por su propia naturaleza, se prestan a dar cabida a varias entradas sobre el tema. No tengo nada claro si es la mejor forma, por cierto, así que si alguien con las ideas más claras que yo quiere echar una mano, le estaré muy agradecida.


Mientras iba borrando tags, o más bien decidiendo cuáles se quedaban y cuáles se iban, me ha llamado la atención la cuestión de los canales. En principio había pensado que dejar las etiquetas de los canales que emiten una determinada serie, documental o docurreality podía ser útil a la hora de localizar determinada información. Sin embargo, al final he decidido que también desaparecerían. Y ahí está el quid de la cuestión.


¿Es un canal determinante a la hora de clasificar una serie? Es cierto que canales como la BBC o la HBO se han hecho con los años con una pátina de respetabilidad que trasciende a sus series. Pero, ¿es una serie mejor por ser de HBO que si se emite en ABC Family? La finalmente fallida The Paradise es de la supuestamente impecable BBC, mientras que Mr. Selfridge, su "serie hermana" es de la menos vistosa ITV. Es cierto que determinados canales son en sí mismos una imagen de marca y que las series que emiten contribuyen a crear y afianzar esa reputación, pero no olvidemos que la CBS, hogar de las franquicias CSI también nos está dando una joya como es The Good Wife. Y tampoco olvidemos que la serie de los King es lo que es precisamente por emitirse en un canal estadounidense en abierto.


Por todo esto finalmente he decidido eliminar las etiquetas de canales del blog. A pesar de la importancia que tiene el que un canal y no otro emita una serie concreta, tanto para la imagen del canal como para el carácter que puede llegar a desarrollar la propia serie, creo que clasificar las series de antemano en función del canal que las emite puede dar lugar a prejuicios. En consecuencia, adiós a las etiquetas. 

jueves, 20 de febrero de 2014

La libertad del bloguero



Casi me da miedo poner este título, porque con él asumiría un papel, el de bloguera, que creo que aún me queda bastante grande, pero supongo que después de unos cuantos meses escribiendo por aquí, a lo mejor me hacéis un huequito...


En el blog de series de El Mundo, Alberto Rey  publica hoy una especie de carta abierta en la que declara su intención de no volver a hablar de series españolas por obligación. Además, en estos momentos se está desarrollando en twitter una discusión protagonizada, entre otros, por él y por Javier Suárez, sobre la libertad o la falta de ella a la hora de hablar de series españolas. Y he pensado que me apetecía dar mi opinión más allá de los 140 caracteres. Al entrar en el blog he visto que en la entrada de ayer, dedicada al estreno de Velvet, Conquer indicaba la existencia de cierta tendencia a desprestigiar las series españolas por el mero hecho de ser de aquí. Así que parece evidente que es el momento de tratar la cuestión.


Como participante de @birraseries desde casi la creación del grupo, he asistido a unas cuantas presentaciones de series, españolas y extranjeras, y encuentros con sus responsables. También Canal Plus me ha convocado con cierta frecuencia a pases de las series que emiten. Básicamente he ido a aquellos encuentros que me parecían interesantes. Para el resto, he preferido quedarme en casa. Eso quiere decir que cuando voy a un evento, quizá ya vaya predispuesta a que la serie me guste. Y a eso hay que sumar que, cuando se ve el trabajo que hay detrás de un proyecto, es más difícil quedarse solo con lo negativo.


Por otra parte, no debemos perder de vista que el blog es un espacio personal. Podemos hablar de lo que queramos y cuando queramos. Salvo excepciones, no somos periodistas ni asalariados (no nos pongamos quisquillosos, sabéis a qué tipo de blog me estoy refiriendo). Podemos elegir entre hacernos eco de las noticias/series/pelis que vamos encontrándonos o no. Podemos intentar ejercer la objetividad o no. Podemos hacer, básicamente, lo que nos dé la real gana. 


Con esto quiero decir que cuando un canal, una productora, etc. me invita a ver uno de sus estrenos y decido ir, en cierto modo ya estoy reconociendo la bondad del producto y es probable que termine hablando bien de él. Eso no quiere decir que me estén comprando. Gracias a Dios, tengo un trabajo que me permite vivir con cierto desahogo, por lo que me puedo pagar mis vinos y mis canapés cuando me apetezca. No necesito que me inviten. Por otro lado, aquí estamos hablando de series que normalmente todos podemos ver por una u otra vía. Lo de los preestrenos, en realidad, poco importa porque poco importa si vemos la serie hoy o dentro de una semana. Y lo de verla en pantalla grande, salvo excepciones como Juego de tronos, tampoco es tan determinante.


En definitiva, quiero pensar que si uno habla bien o mal de una serie es desde su libertad como bloguero. Y tampoco creo que haya que crucificar o acusar de estómago agradecido a quien habla bien de una serie española. Yo, que salvando las adaptaciones de Televisión Española de clásicos de la literatura, siempre había pasado de las series de aquí, estoy intentando vencer mis prejuicios y me estoy empezando a dar cuenta de que tenemos una doble vara de medir las series. Es evidente que hay series malas de solemnidad, pero cuando se hace un trabajo respetable, también hay que reconocerlo, ¿no?


Evidentemente, si no admitimos que se dé manga más ancha a una serie por ser española, deberíamos intentar no hacer lo contrario. Y aunque la objetividad sea imposible, creo que deberíamos ser más humildes y ver, además de los fallos evidentes, también los aciertos. No pasa nada y no seríamos peores críticos (quien lo sea) por reconocer las virtudes de una serie, un actor o una productora de aquí. Los que me conocéis un poco sabéis que no soy en absoluto de las que ensalzan lo patrio con el lema "como aquí en ningún sitio", pero tampoco me parece justo que perdamos el espíritu crítico para echar porquería en un producto simplemente por ser español. 


Salvando las distancias, cuando vemos una serie de la CBS sí decimos: está muy bien, pero claro, al ser una generalista han tenido que introducir tal o cual elemento. Por lo tanto, sí estamos estableciendo un rasero distinto para las series en función de dónde se emite o cuál es su público. ¿Por qué no vamos a hacer lo mismo con lo que se produce aquí? Es evidente que Velvet o El Príncipe (las últimas series españolas a las que he dado una oportunidad) se han construido con un tipo de público y una serie de limitaciones en mente y, por eso mismo, no podemos medirlas con el mismo rasero con el que medimos a Crematorio en su momento. Es que no juegan en la misma liga. 


Para finalizar, que cada uno haga lo que quiera. Quien quiera hablar mal, que hable mal. Quien quiera hablar bien, que lo haga. Pero no nos acusemos mutuamente de falta de objetividad o de estar vendidos a tal o cual poder. La libertad tiene que prevalecer, incluso cuando no está en línea con lo que nosotros pensamos, incluso cuando se trata de la libertad de hablar bien.


martes, 19 de noviembre de 2013

Amor y trabajo




[Aunque no hay spoilers propiamente dichos, en esta entrada se mencionan, aunque sea por encima, algunos temas y tramas de varias series, como Bones, The Good Wife, Parks and Recreation, Homeland, Secret Diary of a Call Girl, Mad Men y Masters of Sex]


Aunque mezclar la vida laboral con la personal nunca ha sido la opción más inteligente, parece que es un tema recurrente y nuestras series bien nos lo demuestran. La verdad es que es una cuestión complicada y pocas series que cubran el ámbito profesional se han resistido a entrar en ese conflicto, si acaso no hacen de él directamente uno de los pilares de la propia serie. Lo interesante, supongo, es hacerlo con elegancia y no caer en el culebroneo más rancio al estilo serie de hospitales.


The Good Wife, por ejemplo, se apoya en ese tema para construir todo este entramado que lleva cinco años apasionándonos. Alicia ha intentado consciente e inconscientemente separar su vida profesional de su vida personal, pero es evidente que en su caso es imposible. Lo interesante, además, es que no es solo su relación con Will lo que hace que ambos ámbitos sean difíciles de separar: el conflicto que la serie nos presenta es también una cuestión de conciliación familiar: sus hijos, su marido, su suegra, su madre, su hermano... todos se mueven a su alrededor, interactuando, cruzándose e influyendo en una especie de efecto mariposa que hace tambalear una y otra vez el microcosmos de la serie y que en esta última temporada ha llegado al culmen en el momento en que el hogar de los Florrick se ha convertido en improvisada sede.


Dejando de lado este caso que, lamentablente, es excepcional (en serio, ¿no sería la conciliación familiar un tema interesante? ¿no sería una forma de dar mayor visibilidad a la mujer en todas sus facetas, más allá de la meramente sentimental?), hay muchas otras series que juegan con esta dicotomía entre vida personal y profesional, aunque ya no es tanto una cuestión de conciliación familiar como de la atracción con algún compañero de trabajo. A diferencia de la serie del matrimonio King, ya no se trata de explorar las dificultades a la hora de intentar separar o de equilibrar ambos mundos, sino de utilizar el ámbito del trabajo como contexto en el que desarrollar tramas amorosas.


Dependiendo de la pericia de los guionistas, podemos tener la típica atracción entre personajes, que podrá resolverse o, con un poco de mala suerte, se arrastrará temporada tras temporada hasta que realmente ya no quede mucho más jugo que sacarle, como sucedía en Bones. Es cierto que al resolverse se pierde un polo de atracción para muchos espectadores, pero series como Parks and Recreation o Raising Hope han sabido ver cómo seguir explotando las relaciones de pareja desde otros puntos de vista, dejando que la serie respire y que los personajes no se queden estancados.


Aunque dejé Homeland al finalizar la segunda temporada y no sé por dónde habrá continuado, gran parte del conflicto venía de la incapacidad por parte de Carrie de separar su vida personal de su trabajo, lo que hacía que, a pesar de ser una excelente analista con una intuición fuera de lo común, cometiera errores imperdonables. Salvando las distancias, algo parecido sucedía con Secret Diary of a Call Girl, donde el interés de la serie era precisamente la incapacidad de su protagonista de separar a Hannah de Bell. Por no hablar de Mad Men, donde los altos cargos directamente utilizaban las oficinas como coto de caza personal, aunque alguno de ellos fuera el que terminase cazado, por amor o por ambición.


Todo esto viene a que me pica la curiosidad sobre cómo explotarán este tema en Masters of Sex. Una vez que se quitaron de encima el "lo harán o no lo harán" me resultan mucho más interesantes los problemas que plantea el hecho de si serán capaces de separar lo científico de lo personal. Es un riesgo importante y una cuestión que puede dar bastante de sí.


Podríamos poner más ejemplos, pero creo que con estos serían suficientes. En resumidas cuentas, ya sabemos que no es una buena idea dejar que ambos mundos se mezclen. Aunque quizá deberíamos limitar el consejo a la vida real porque, como acabamos de ver, en nuestras ficciones esta cuestión da para horas y horas de entretenimiento, ¿no?

jueves, 7 de noviembre de 2013

From zero to antihero



Ayer, a Pere se le ocurrió lanzar el siguiente mensaje en twitter mientras redactaba su entrada sobre The Good Wife: "Alicia Florrick no es una antiheroína: es una mujer ambiciosa y compleja. Hay que diferenciar". Marina y yo recogimos el guante y comenzamos una breve discusión que acabó derivando en qué es un antihéroe.


Parece que cada uno tiene una idea bastante personal sobre qué es un antihéroe y quién lo es (aquí podéis consultar un trabajo bastante extenso que he encontrado al respecto), pero no estaría de más ver si la idea que tenemos es la correcta, si hay una definición clara o si, por el contrario, es un concepto laxo que admite matices o que puede abarcar distintos tipos de personaje. Al fin y al cabo, esta idea no nos ofrece más que otra manera de identificar, etiquetar o clasificar la ficción.


Lo único que parece evidente es que para hablar de antihéroe, al igual que en el caso de su antagonista, el personaje debe ser el protagonista de la ficción. Pero a partir de ahí, la cosa da lugar a distintos puntos de vista. La definición que da el DRAE no me convence por ambigua y la descripción de la wikipedia (en inglés; el artículo en español es aún menos claro) abarca dos vertientes que creo que dan lugar a confusión:


  • Ha de carecer de las cualidades propias del héroe, como altruismo, idealismo, valentía, nobleza, fortaleza de espíritu y bondad moral. Incluso será típicamente inferior al lector en inteligencia, dinamismo u objetivo social.
  • Por otro lado, el término también se utilizaría en ocasiones de una forma más amplia, abarcando al héroe imperfecto o parcialmente malvado, según la tradición literaria del héroe byroniano.

Y creo que es esa doble definición lo que hace que no nos pongamos de acuerdo. Mientras que algunos, como Pere, identifican al héroe con la bondad y al antihéroe con la maldad, con la voluntad expresa de hacer daño al prójimo, otros vemos al antihéroe como alguien imperfecto, pero no necesariamente maligno.


Volviendo al mundo de las series, no he visto aún Breaking Bad, así que desconozco si el descenso a los infiernos de Walter White  constituye un acto volitivo o si el protagonista es víctima de las circunstancias y de una toma de decisiones desacertada, pero en el caso de Don Draper, no creo que haya un deseo expreso de hacer daño al prójimo, igual que no lo hay de hacerse daño a sí mismo. Creo que Don Draper es un producto de su época (o más bien, de la idea que Mathew Weiner tiene de lo que sería el hombre por antonomasia en esa época) y un improvisador nato cuyo narcisismo le impide ver las consecuencias de sus actos más allá del corto plazo. Pero eso no lo convierte en un ser malvado, por mucho que sus acciones emponzoñen todo lo que le rodea. Y por algo parecido creo que sucede con Hannah Horvath, la protagonista de Girls, que para mí también podría calificarse de antiheroína.


Sin embargo, me parece evidente que Alicia Florrick no lo es. Quizá la conclusión sería que, al igual que hay tantos libros como lectores, hay tantas series como espectadores. Algunas personas han visto en Alicia esa "buena esposa" del título hasta hace muy poco y el shock de los últimos acontecimientos les ha llevado a odiarla, despreciarla o no comprenderla. Y a colgarle ahora un calificativo que no le corresponde, como si los últimos episodios le dieran un vuelco a todo lo visto hasta ahora. Y no me vale, entre otras cosas, porque la Florrick siempre ha sido así. Es cierto que el personaje ha ido madurando y ganando en matices (como esos vinos que se sirve al llegar a casa) en paralelo a la evolución de la serie, pero nunca ha sido una "buena" persona. Ni siquiera estoy segura de que lo fuera antes del comienzo de la serie. Muchas veces hemos comentado que es un personaje complejo, que comete errores y que le ciega la propia idea elevada que tiene de sí misma. Que aunque ella seguramente sí está convencida de estar haciendo las cosas "bien", esta opinión evidentemente no tiene que ser compartida por los que la rodean, ni por los espectadores.


Alicia es ambiciosa, sobre todo desde que ha visto que tiene cierto nivel de poder al alcance de la mano. Y cuanto más avanza, más se olvida de los escrúpulos y más se centra en sí misma. El problema es que, de una u otra forma, hasta ahora siempre habíamos terminado justificando sus actos. Pocas voces se levantaban contra la famosa "santa Alicia". Sin embargo, ahora nuestras lealtades están divididas más que nunca. Pero de ahí a calificarla de antiheroína hay mucho trecho, queridos. Alicia, lo que es, es una mujer, humana e imperfecta, o mejor aún, una Señora.

lunes, 14 de octubre de 2013

Yo participo, tú participas




Como muchos ya sabéis, dedico gran parte de mi tiempo libre a la música. Y desde hace ya algunos añitos me he decantado sobre todo por la música coral. He cantado en varios coros, incluso en distintos países y creo firmemente que el canto coral es una de las actividades más gratificantes que existen.


Las bondades de la música son evidentes y por todos conocidas, así que tampoco os voy a descubrir nada, pero sí que me gustaría animaros a que cantéis. Y, en especial, a que le déis una oportunidad al canto coral.


Estoy segura de que en la mayoría de los pueblos de España hay una coral. Probablemente tengáis cerca numerosas oportunidades para probar. En muchas agrupaciones no es necesario tener conocimiento musicales y el miedo escénico se mitiga bastante al integrarse en un conjunto numeroso. Si nunca has cantado polifonía es probable que al principio te resulte extraño, pero la sensación es maravillosa: no hay nada comparable a verte haciendo música dentro de un grupo. Con la ventaja añadida de que, a diferencia de los instrumentos, que requieren de arduo aprendizaje previo, casi todos sabemos cantar, lo llevamos de fábrica...


Aparte de la oferta coral más al uso, durante todo el año (y sobre todo en verano) se organizan cursos de canto y seminarios de música coral con una temática muy variada. Además, en ciudades como Madrid o Barcelona tenemos el privilegio de contar con los llamados "proyectos participativos", conciertos organizados por agrupaciones o instituciones de prestigio en los que se invita a cantantes individuales. Durante varios meses se prepara a fondo el programa para después unirse a la orquesta y coro anfitriones, terminando con un gran concierto final.


Este tipo de proyectos, como los que suele organizar la Fundación La Caixa o el que finalizó este sábado en el Auditorio Nacional, en el que la Orquesta Filarmonía y el Orfeón Donostiarra conmemoraban el bicentenario del nacimiento de Richard Wagner, ofrece una serie de ventajas indiscutibles:

Wagner de sábado noche.
- En primer lugar, se trata de obras fundamentales, que todos conocemos y que el coralista seguro que volverá a cantar a lo largo de su vida musical, así que es una buena oportunidad para incorporarlas al repertorio propio.

- En segundo lugar, no todas las corales tienen la oportunidad de colaborar con otros grandes coros u orquestas, así que los proyectos participativos ofrecen una vía para cantar un tipo de repertorio o en unas circunstancias a las que uno quizá normalmente no tendría acceso.

- Por último, los ensayos y los conciertos corren a cargo de directores de gran prestigio, lo que permite a los aficionados disfrutar de "clases magistrales" durante varias semanas y aprender de los que más saben.


El principal inconveniente en mi opinión es el compromiso. Y es que el trabajo del cantante es fundamental. Esto no son clases particulares; de hecho, no eres más que una voz entre decenas y decenas de voces. Así que la única forma de aprovecharlo es mediante la implicación: cuanto más se trabaje individualmente en casa más se disfrutará luego en los ensayos y mejor será el resultado final. Imagino que organizar ensayos de doscientas personas tiene que ser una tortura, así que es imposible que haya un seguimiento individual y eso puede ser muy bueno o bastante negativo: depende de cómo quiera aprovechar uno el tiempo.


En cualquier caso, me parece una suerte tener la oportunidad de participar en este tipo de proyectos. No sé si son la mejor opción para iniciarse en el mundo coral, pero conozco varios casos de gente que canta exclusivamente en este tipo de proyectos, sin pertenecer a coro alguno. Además, por lo que he visto, el que prueba, repite. Así que probad, porque hay para todos los gustos: coros, corales, ensembles, agrupaciones, participativos... Pero luego no me digáis que no os advertí. Cantar engancha.



martes, 8 de octubre de 2013

Series herederas



El otro día se comentaba en Twitter que Brooklyn Nine-Nine podía ser heredera de Parks and Recreation e incluso se identificaban a personajes de la primera con otros de la segunda. Ayer conseguí echarle un vistazo al piloto de la nueva comedia y no acabo de ver esa supuesta herencia. Es evidente que hay algún paralelismo, pero creo que bautizar a series nuevas como sucesoras de otras es bastante peligroso.


Para empezar, yo veo a Brooklyn Nine-Nine a medio camino entre Parks and Recreation y Children's Hospital. A la primera la adoro y la segunda me resulta insoportable. Así que, aunque le daré algunos episodios más de margen, no tengo aún muy claro si me quedaré con la nueva serie de Fox. Además, no veo que copien a personajes de Parks, sino que se trata más bien de arquetipos que, espero, adquieran humanidad y carácter propio a lo largo de la temporada. Precisamente parte de mi problema con Children's Hospital es que sacrifican la humanidad de los personajes en aras de la carcajada gratuita. Y ese es un tipo de humor que no me termina de hacer gracia. Por ejemplo, era precisamente la humanidad lo que convertía a 30 Rock en una serie que iba mucho más allá del chiste rápido, la referencia meta y los personajes absurdos.


¿Os acordáis de ella? Yo tampoco...
Ya sabemos cómo han terminado las campañas más o menos veladas para colocar a series nuevas en la estela de éxito de otras terminadas. Me cuesta recordar cuántas series se nos quisieron vender como herederas de Lost. ¿Cinco, diez, quince o incluso más? ¿Y cuántas de ellas realmente lo eran? Y aún más, ¿cuántas de ellas duraron más de una temporada?


Por no hablar de las supuestas herederas de Friends. Quizá ahí sí que podríamos hablar de Cómo conocí a vuestra madre, que supo actualizar la idea base de "amigos que se reúnen en un bar". Creo que si ha funcionado como sucesora quizá haya sido porque sus creadores no intentaron vendérnosla como tal, por mucho que algunos parecidos fueran evidentes. 


Entiendo que a la hora de lanzar una serie nueva se tire de casi cualquier tipo de publicidad y, leyendo a ciertos seguidores de las series, parece claro que Lost dejó un vacío que aún les duele. Pero vender una serie como heredera de otra de éxito me parece una estrategia peligrosa y, la mayoría de las veces, equivocada. Y me parece arriesgado que nosotros lo hagamos con solo un par de episodios a nuestras espaldas. Yo soy la primera que juzga las series por sus pilotos, pero tendré que intentar dejar que las series respiren y no ponerles etiquetas antes de que hayan alcanzado cierto recorrido. Sobre todo cuando esas etiquetas les ponen un listón tan alto.