viernes, 28 de febrero de 2014

(Not so) Casual Friday: Paco de Lucía

Pocos revolucionarios han suscitado el respeto, el cariño y la admiración de forma unánime. Descanse en paz.








Empieza el llanto
de la guitarra.
Se rompen las copas de la madrugada.
Empieza el llanto de la guitarra.
Es inútil callarla.
Es imposible callarla.
Llora monótona
como llora el agua,
como llora el viento
sobre la nevada.
Es imposible callarla.
Llora por cosas
lejanas.
Arena del Sur caliente
que pide camelias blancas.
Llora flecha sin blanco,
la tarde sin mañana,
y el primer pájaro muerto
sobre la rama.
!Oh guitarra!
Corazón malherido
por cinco espadas.

jueves, 27 de febrero de 2014

Nolan a la Bollywood: Ghajini (2008)



El de Sanjay Singhania (Aamir Khan) es un caso médico extraño: un traumatismo craneal le ha provocado un tipo de amnesia a corto plazo que le impide recordar durate más de 15 minutos nada de lo que le sucede; únicamente tiene destellos de un asesinato y de un nombre: Ghajini. Para no olvidar, recurre a una cámara Polaroid, en cuyas fotografías va apuntando nombres o calificativos. Al llegar a su apartamento descubrimos cientos de etiquetas en sus objetos cotidianos y todo un plan de venganza. Además, los datos más importantes los ha ido tatuando sobre su propio cuerpo.


Efectivamente, Ghajini es la versión bollywood de Memento, la película de Christopher Nolan de 2000. Además, el film norteamericano no es el único que sirve de inspiración a A. R. Murugadoss, ya que también encontramos alguna otra escena en la que el homenaje resulta de todo menos discreto. 


No obstante, aunque este thriller indio bebe de unas fuentes evidentes, el paralelismo con la película de Nolan no va mucho más allá, ni en la historia ni en la forma de contarla. No podemos olvidar que Ghajini es una película de Bollywood (que a la vez es un remake de una peli tamil del mismo nombre) y aunque es de alabar las intenciones de sus creadores de hacer algo distinto, hay una serie de códigos indispensables que aquí tampoco se obvian. Salvo un largo y luminoso flashback, que nos muestra al protagonista antes de convertirse en esa especie de Frankenstein vengativo, la trama es bastante lineal. Aunque la banda sonora corre a cargo de A. R. Rahman, uno de los mejores compositores del país), los números musicales son bastante olvidables y, en algún caso, resultan incongruentes con el tono que busca la película (y eso, tratándose de Bollywood, donde es muy habitual meter showstoppers sin venir a cuento, ya es decir).


Da la impresión de que se quería hacer un thriller psicológico serio y que, por el camino, se fue moldeando para adaptarse a los gustos y las costumbres del público. Así, aunque no faltan las escenas de acción y una violencia bastante explícita, da la impresión de que se ha domesticado bastante y se ha suavizado, entre otras cosas, con un final que no pega ni con cola. 


En cuanto a las interpretaciones, Aamir Khan me parece un muy buen actor y es evidente el trabajo físico de preparación para el papel, totalmente distinto de sus roles habituales, pero lo veo bastante pasado de rosca. Pradeep Rawat, uno de los secundarios habituales del cine indio, está muy correcto en su papel de malvado. Lamentablemente, las intérpretes femeninas no ofrecen mucho más que una cara bonita, aunque la Kalpata de Asin Thottumkal, que repite el papel que también representó en la versión tamil, resulta entrañable y divertida.


Es una pena que los "homenajes" y la sobreactuación de Khan provoquen en algunos momentos una hilaridad que desvirtúa las intenciones y el tono oscuro de la película, que de otro modo podría haber sido más destacable. Aunque en su país gozó de gran aceptación, creo que para nosotros no pasa de algo anecdótico: un ejercicio que nos permite comparar cómo dos culturas muy distintas se enfrentan a la misma idea, desarrollando dos películas que se miran en un espejo deformante. Supongo que si no conociésemos Memento, la peli sería bastante más disfrutable. Aunque son más de tres horas de metraje, os invito a que le echéis un vistazo (aquí la tenéis completa con subtítulos en inglés), porque os puede resultar interesante.







miércoles, 26 de febrero de 2014

En el limbo de la normalidad



Entre las grandes series, las "oficialmente" buenas, las imprescincibles, las que te permiten acceder a ese calificativo escurridizo, confuso y peligroso de seriéfilo, y las series definitivamente malas, las que constituyen un reconocido placer culpable, las inconfesables y las conscientemente ignoradas, existe un limbo de series que sin llegar a ser mediocres resultan invisibles. 


No me refiero a esas series estupendas pero de las que nadie habla, no. Se trata más bien de esas series en tierra de nadie, que con un poco de suerte despertaron la curiosidad en el momento de su estreno para caer luego en el olvido o sufrir una crítica feroz al no cumplir unas expectativas desmedidas. O bien de series que ni siquiera llegaron a llamar la atención lo suficiente como para hacerse un hueco en la lista semanal.


Creo que ya he hablado por aquí al menos una vez de Hell On Wheels, que terminó su tercera temporada el año pasado y que, pese a todos los pronósticos, está renovada para una cuarta, que supongo llegará en verano. Esta serie entraría en el grupo de serie prometedora que sufrió el desprecio de los entendidos por no cumplir las expectativas de una ficción de, nada más y nada menos, la AMC. 

Evidentemente no es Mad Men, pero es que esta y Breaking Bad son excepcionales y destacan no solo en su canal sino en el panorama televisivo mundial. Hell On Wheels es otra cosa, es un producto de calidad que ha sufrido una terrible derrota en la comparación y que, por ello, no cuenta con el beneplácito de los que más saben (aunque tiene un nada despreciable 8,3 de 10 en IMDB).


A pesar de errores evidentes, sobre todo en los primeros episodios, creo que es un producto bastante digno y el cambio de responsables ha hecho que la serie camine de forma cómoda hacia una cuarta temporada en la que, una vez más, se ha sacudido la base de la historia y todas fichas se han redistribuido en el tablero. Además, una de las virtudes que hay que reconocerle es la capacidad de no comprometerse con los personajes y eliminar de forma orgánica a quien sea necesario, sean o no protagonistas. Eso indica valentía y pone al espectador en una situación de inseguridad poco frecuente y muy de agradecer.


Es cierto que tira de muchos clichés, comenzando por ese protagonista antihéroe que hemos visto mil veces. Pero es que no debemos olvidar que es una nueva revisión del western, con su épica y sus códigos imprescindibles. Por otro lado, tiene un lenguaje formal muy claro, con una fotografía excelente (los parajes naturales lo merecen) y unos movimientos de cámara atrevidos y muy característicos. Y una música fantástica, no solo por la banda sonora de Gustavo Santaolalla, sino por la gran cantidad de temas de blues, góspel y folk con que suelen terminar los episodios. Finalmente, además de uno de esos villanos que fascinan y horrorizan a partes iguales, muchos de los personajes tienen una brújula moral bastante estropeada y se salen de esa dicotomía bueno-malo tan típica del western tradicional. El guion a veces fluctúa bastante, pero a pesar de algunos finales de temporada bastante revolucionarios y que ponen a cero el cuentakilómetros una y otra vez, la evolución a mí me resulta bastante creíble en el universo de la serie. Además, los casos episódicos no rechinan y están bastante equilibrados con el hilo argumental general.


Si sois de los que la dejaron en la primera temporada, os invitaría a que le diérais una nueva oportunidad ahora que estamos en sequía seriéfila. Es cierto que nunca se situará en el olimpo de las grandes series de televisión, pero ha encontrado un hueco en el limbo de la normalidad y está de lo más cómoda en él. Y a mí, que no siempre quiero la profundidad de Treme ni la banalidad de Revenge, me sirve.





lunes, 24 de febrero de 2014

Revisitando el Holocausto: Al nacer el día



Cuando parece que el Holocausto judío ha exprimido todas sus posibilidades, siempre acaba por surgir una memoria que rescatar o una historia que nos revela una nueva faceta. El horror inimaginable de exterminio de comunidades enteras no deja de sorprendernos y, por muchas películas y muchos documentales que veamos sobre ello, cada nueva revisión arroja luz sobre un aspecto que quizá aún no conocíamos y que, solo por ello, ya sería necesaria.


En el marco de la retrospectiva que la Filmoteca Nacional está dedicando estos días a Goran Paskaljevic, el miércoles asistí a la proyección de Al nacer el día (Kad svane dan), film de 2012 que ahora se estrena en nuestro país (dos años, ni más ni menos). En la presentación estuvieron Chema Prado, director de la filmoteca, el propio Paskaljevic y Fernando Lara, exdirector de la SEMINCI, un festival que ha otorgado al cineasta serbio tres espigas de oro. Además, aprovechando su presencia en España se le hizo entrega del premio que el Festival de Cine Inédito de Mérida le concedió en 2012 precisamente por la película que nos ocupa.


Al nacer el día cuenta la historia de Misha Brankov, un profesor de música jubilado que descubre por casualidad que setenta años antes su verdadera familia, judía, lo entregó en adopción a unos granjeros antes de ser deportada al antiguo reciento ferial de Semlin, primer campo de concentración creado en Europa, y que funcionó como banco de pruebas para el exterminio por parte de los nazis. En la actualidad, el recinto se encuentra en estado de abandono y, durante unas obras en una cañería, se localizó una caja con documentos y una partitura inacabada, que resultó ser una composición de Isaac Weiss, el padre del señor Brankov. 


A partir de ahí se va desarrollando una historia sobre los lazos familiares y la búsqueda de la identidad, la vejez y la marginación. El punto de partida puede recordar en cierto modo a otras películas, como La llave de Sarah, pero la clave que supone el descubrimiento de la partitura inacabada y el afán del protagonista por sacar del anonimato un lugar de vergüenza, tanto en su momento como en la actualidad, al ser un foco de chabolismo en pleno Belgrado, ofrecen una nueva persepectiva sobre la cuestión del racismo.


En mi opinión, uno de los grandes aciertos es el realismo y la sencillez con que trata sus temas y, aunque creo que en algunos momentos abusa de sentimentalismo, el final resulta conmovedor y consigue esa lágrima que, a pesar de las intenciones más o menos evidentes del director, no se logra en otros momentos del metraje. El actor Mustafa Nadarevic ofrece un gran papel, lleno de humanidad y entereza, y la dignidad con que va enfrentándose a todo lo que le sucede es ejemplar. Es una película pausada, aunque no se hace en absoluto pesada, y carece de grandes giros (hasta el punto de que durante la última emisión de Días de cine, la destriparon de principio a fin). No obstante, aunque es una película muy emotiva, a medida que pasan los días la sensación se va diluyendo y da la impresión de que no termina de calar...


Durante la presentación previa a la proyección, Paskaljevic explicó que el argumento se basa en una historia real, la del guionista Filip David, que sufrió una situación similar a la del protagonista. Además, también comentó que, gracias a la película, se están dando los primeros pasos para erigir un monumento en el lugar de los hechos. Eso le dota a la película de un peso evidente, pero lo que nos cuenta y la denuncia que hace tendrían la misma validez sin el respaldo de lo anecdótico, porque al fin y al cabo, es una lección de historia y solo por ello ya sería recomendable. 




viernes, 21 de febrero de 2014

Casual Friday: Tété


El cantante que os propongo hoy es otro de esos descubrimientos gracias a El Hexágono de Radio 3. Y tampoco hay ningún motivo, aniversario, celebración o excusa para traerlo al blog. Simplemente es que su música y especialmente esta canción me dan un buen rollo tremendo y llevo varios días con ella en la cabeza, así que ¡qué mejor excusa que esta!



Tété, que en lengua wólof significa "el guía", nació en Dakar de madre antillana y padre senegalés, pero con dos años llegó a Francia, donde se formó como músico y científico, para terminar por decantarse por la guitarra. Después de bregar tocando por las calles y en bares, fue haciéndose un nombre gracias al boca a boca, hasta que su carrera musical despegó a partir de 2000, con su álbum de début, Préambule.


La canción que os traigo, "La bande son de ta vie" (aquí el clip oficial), procede de su séptimo y último disco, Nu là-bas, que se publicó justo hace un año. Sus influencias son múltiples y eminentemente americanas: soul, jazz, folk, rock, blues... Con un estilo decididamente retro y unas melodías desenfadadas, ofrece unas letras inteligentes y vitalistas. Con este tema en concreto, además, hace un homenaje a sus influencias musicales y a la importancia de la música en la vida. A mí me carga las pilas escucharlo, es como esa música ideal para cantar mientras conduces. Espero que os guste tanto como a mí.


¡Feliz fin de semana!




Les regrets                                                        Los pesares,
La douleur, ça va                                             el dolor, se llevan
Vu de près, le bonheur c'est quoi?                 Vista de cerca, ¿qué es la felicidad?

             Le bon refrain au bon moment                 El estribillo perfecto en el momento adecuado
La bande son de ta vie                                 la banda sonora de tu vida.
Un goût de rien                                                 Un gusto a nada
Si fort pourtant                                                  pero tan poderoso
La bande son de ta,                                       La banda sonora de tu
De ta vie                                                        de tu vida

Le meilleur,le pire en 2 couplets                  Lo mejor y lo peor en dos estrofas
Que de souvenirs à ton chevet                      Cuántos recuerdos siempre a tu lado

jueves, 20 de febrero de 2014

La libertad del bloguero



Casi me da miedo poner este título, porque con él asumiría un papel, el de bloguera, que creo que aún me queda bastante grande, pero supongo que después de unos cuantos meses escribiendo por aquí, a lo mejor me hacéis un huequito...


En el blog de series de El Mundo, Alberto Rey  publica hoy una especie de carta abierta en la que declara su intención de no volver a hablar de series españolas por obligación. Además, en estos momentos se está desarrollando en twitter una discusión protagonizada, entre otros, por él y por Javier Suárez, sobre la libertad o la falta de ella a la hora de hablar de series españolas. Y he pensado que me apetecía dar mi opinión más allá de los 140 caracteres. Al entrar en el blog he visto que en la entrada de ayer, dedicada al estreno de Velvet, Conquer indicaba la existencia de cierta tendencia a desprestigiar las series españolas por el mero hecho de ser de aquí. Así que parece evidente que es el momento de tratar la cuestión.


Como participante de @birraseries desde casi la creación del grupo, he asistido a unas cuantas presentaciones de series, españolas y extranjeras, y encuentros con sus responsables. También Canal Plus me ha convocado con cierta frecuencia a pases de las series que emiten. Básicamente he ido a aquellos encuentros que me parecían interesantes. Para el resto, he preferido quedarme en casa. Eso quiere decir que cuando voy a un evento, quizá ya vaya predispuesta a que la serie me guste. Y a eso hay que sumar que, cuando se ve el trabajo que hay detrás de un proyecto, es más difícil quedarse solo con lo negativo.


Por otra parte, no debemos perder de vista que el blog es un espacio personal. Podemos hablar de lo que queramos y cuando queramos. Salvo excepciones, no somos periodistas ni asalariados (no nos pongamos quisquillosos, sabéis a qué tipo de blog me estoy refiriendo). Podemos elegir entre hacernos eco de las noticias/series/pelis que vamos encontrándonos o no. Podemos intentar ejercer la objetividad o no. Podemos hacer, básicamente, lo que nos dé la real gana. 


Con esto quiero decir que cuando un canal, una productora, etc. me invita a ver uno de sus estrenos y decido ir, en cierto modo ya estoy reconociendo la bondad del producto y es probable que termine hablando bien de él. Eso no quiere decir que me estén comprando. Gracias a Dios, tengo un trabajo que me permite vivir con cierto desahogo, por lo que me puedo pagar mis vinos y mis canapés cuando me apetezca. No necesito que me inviten. Por otro lado, aquí estamos hablando de series que normalmente todos podemos ver por una u otra vía. Lo de los preestrenos, en realidad, poco importa porque poco importa si vemos la serie hoy o dentro de una semana. Y lo de verla en pantalla grande, salvo excepciones como Juego de tronos, tampoco es tan determinante.


En definitiva, quiero pensar que si uno habla bien o mal de una serie es desde su libertad como bloguero. Y tampoco creo que haya que crucificar o acusar de estómago agradecido a quien habla bien de una serie española. Yo, que salvando las adaptaciones de Televisión Española de clásicos de la literatura, siempre había pasado de las series de aquí, estoy intentando vencer mis prejuicios y me estoy empezando a dar cuenta de que tenemos una doble vara de medir las series. Es evidente que hay series malas de solemnidad, pero cuando se hace un trabajo respetable, también hay que reconocerlo, ¿no?


Evidentemente, si no admitimos que se dé manga más ancha a una serie por ser española, deberíamos intentar no hacer lo contrario. Y aunque la objetividad sea imposible, creo que deberíamos ser más humildes y ver, además de los fallos evidentes, también los aciertos. No pasa nada y no seríamos peores críticos (quien lo sea) por reconocer las virtudes de una serie, un actor o una productora de aquí. Los que me conocéis un poco sabéis que no soy en absoluto de las que ensalzan lo patrio con el lema "como aquí en ningún sitio", pero tampoco me parece justo que perdamos el espíritu crítico para echar porquería en un producto simplemente por ser español. 


Salvando las distancias, cuando vemos una serie de la CBS sí decimos: está muy bien, pero claro, al ser una generalista han tenido que introducir tal o cual elemento. Por lo tanto, sí estamos estableciendo un rasero distinto para las series en función de dónde se emite o cuál es su público. ¿Por qué no vamos a hacer lo mismo con lo que se produce aquí? Es evidente que Velvet o El Príncipe (las últimas series españolas a las que he dado una oportunidad) se han construido con un tipo de público y una serie de limitaciones en mente y, por eso mismo, no podemos medirlas con el mismo rasero con el que medimos a Crematorio en su momento. Es que no juegan en la misma liga. 


Para finalizar, que cada uno haga lo que quiera. Quien quiera hablar mal, que hable mal. Quien quiera hablar bien, que lo haga. Pero no nos acusemos mutuamente de falta de objetividad o de estar vendidos a tal o cual poder. La libertad tiene que prevalecer, incluso cuando no está en línea con lo que nosotros pensamos, incluso cuando se trata de la libertad de hablar bien.


miércoles, 19 de febrero de 2014

La elegancia del terciopelo



En mi camino de reconciliación con las series españolas, que cada vez se va afianzando más, ayer fue el turno de Velvet, la última ficción de Bambú para Antena 3, que parece de lo más cómoda en su papel de canal más adulto entre las generalistas. 


Si nos pusiéramos quisquillosos, podríamos decir que Velvet (que no "Galerías Velvet" como se dijo en un principio; agradezco la corrección de @davidpastrana ayer) es una serie para señoras (la especialidad de la productora), lo cual confirmaría esa posición de A3 con otras ficciones del mismo estilo, desde El secreto de puente viejo hasta la recientemente terminada El tiempo entre costuras, de la que ya hablé por aquí.


Además, la serie apuesta de forma tan clara por una trama de amor prohibido, al menos en su primer episodio (y por el avance del segundo episodio, parece que va a seguir por ahí), que no tengo muy claro cuánto recorrido puede tener sin caer en el culebronismo más rancio (la serie es muy de suspirar, pero si el dramón se alarga indefinidamente corre el riesgo de provocar el efecto contrario). No sé si sus responsables han diseñado la serie como una historia cerrada o si tienen pensado darle varias temporadas, pero dudo que la historia de Ana y Alberto, tal y como está planteada, dé para mucho sin caer en el cliché y en lo repetitivo (por cierto, durante las primeras escenas, cuando ellos van creciendo, ¿no os recordaron muchísimo a Los amantes del círculo polar?). 


En el lado positivo hay que destacar una ambientación preciosista, en la que cada detalle, desde el pomo de las puertas hasta los zapatos de la protagonista, te transportan al pasado. Es cierto que a veces asalta el recuerdo a Mr. Selfridge, Galerías Paradise y Pan Am (esos vestidos, esas señoritas caminando por la galería o alineándose perfectamente de frente a la cámara), pero la serie es un gustazo para la vista. Y aunque el protagonista masculino me parece un error (ayer ya comentaba en twitter que ese chico, sin la barba incipiente, tiene pinta de gañán poligonero más que de hijo de papá), me ha gustado mucho Paula Echevarría, a la que hasta ahora solo conocía como "celebrity". El resto de actores jóvenes están correctos y, de los actores más mayores, ¡qué puedo a decir! si son de lo mejor que tenemos en la escena del país: solo por oír la voz de José Sacristán merecería la pena ver la serie y con Natalia Millán no soy objetiva, porque me encanta esa mujer.


Una última cosa: como los horarios de primetime españoles me parecen delirantes, una vez más he visto la serie en la web de la cadena (que, además, ofrece bastante información adicional) y es de agradecer que no abusen de los anuncios; lo digo porque el otro día intenté ver el segundo episodio de El príncipe y al cabo de tres anuncios interminables antes de que empezara el propio capítulo terminé por desistir (al final tendré que buscarla "por otros medios" o ponerla mientras hago la comida para que se pasen los anuncios). Estoy completamente a favor de la publicidad, es evidente que de otro modo no puede existir la televisión en abierto, pero es una exageración y tanto anuncio puede terminar por causar rechazo en el espectador. Creo que en ese aspecto Telecinco debería ser más comedida. 


En fin, volviendo a Velvet, es evidente que la serie no es perfecta, pero se nota la ambición por hacer un producto que no solo atraiga para el gran público sino que tenga calidad en sí mismo. Y aunque parezca que la historia es un poco maniquea (esa mala tan mala de Aitana Sánchez-Gijón y esos buenos tan víctimas) y lo del amor prohibido lo hayamos visto mil veces, os digo una cosa, yo, que soy una adicta al rollo sentimental, seguiré pegada a la pantalla.

lunes, 17 de febrero de 2014

La peli del sábado: Adaptation (2002)



La de hoy es una de esas películas que tenía esperándome desde hacía tiempo pero que, aún no sé por qué, todavía no había visto. Así que ya iba siendo hora de sacarla del disco duro y echarle un vistazo. ¿Por qué no? Y me alegro mucho de haberla visto por fin.


Ahora mismo, ni siquiera recuerdo por qué la tenía en la lista de pelis pendientes. Una vez vista, supongo que al tratarse de una comedia de Spike Jonze y Charlie Kaufman y lo mucho que me gustó Cómo ser John Malkovich, era lógico que la tuviera apuntada. Pero si soy sincera, me había olvidado completamente de ella. Y la sorpresa ha sido grande y muy agradable.


Es difícil describir el argumento de Adaptation sin caer en espoilers, aunque en realidad (y una vez más) este es lo de menos. Resumiendo mucho, este sería el punto de partida: nada más terminar el rodaje de Cómo ser John Malkovich, su guionista, Charlie Kauffman (Nicholas Cage), se enfrenta a unas enormes dificultades a la hora de adaptar El ladrón de orquídeas, novela escrita por Susan Orlean basándose en la vida del coleccionista John Laroche.


Lo divertido, y realmente resulta muy divertido, es todo el juego de ¿falsa? biografía, autorreferencias y metalenguaje que se desarrolla a lo largo de toda la película. A modo de pequeñas profecías autocumplidas, Kaufman nos va dejando caer pistas o, directamente, menciones explícitas de lo que ha sucedido, está sucediendo y está por suceder, incluso dejando caer alguna crítica abierta del próximo giro de guion. No es tanto un rompecabezas como un chiste, un divertimento autoconsciente entre el creador y espectador. Y, en ese sentido, me ha recordado a lo que Umberto Eco hacía en Baudolino, estableciendo un trato con el lector, pero a la vez jugando al engaño de no saber nunca si lo que se cuenta es verdadero o falso.



La película no busca empatía ni identificación con los personajes; antes bien, la distancia por parte del espectador creo que es algo bastante deliberado. La película se ve desde fuera y a ello ayudan todas esas referencias, los cameos, la voz en off, el (doble) papel de Nicholas Cage (y su caracterización), incluso esa primera secuencia darwiniana o la aparición de los caimanes...


La propia película se reafirma en la ausencia de una gran historia, acaso para inmediatamente después desdecirse en un tercer acto sublime. La búsqueda de una pasión inexistente en una flor de gran belleza, pero que no es más que lo que es, se interpreta como la metáfora definitiva. Los personajes con los que se va encontrando Kaufman forman un tejido cuyos hilos se enmarañan siguiendo un esquema perfectamente diseñado. Y, una vez más, es en el propio film donde encontramos la clave de lo que estamos viendo: se trata ni más ni menos que de el "uróboros", la serpiente que se devora a sí misma por la cola. 


En resumen, como ya sucedió con Cómo ser John Malkovich, una película original, imaginativa y muy divertida. Y una lección de guion. Si aún no la habéis visto, os la recomiendo.



viernes, 14 de febrero de 2014

¡Feliz Día de los Enamorados!








Pur ti miro                                          Te miro,
Pur ti godo,                                       te gozo,

pur ti stringo,                                    te estrecho,
pur t’annodo.                                   te envuelvo.
Più non peno,                                  Ya no peno,
più non moro,                                  ya no muero.
o mia vita,                                          Oh, mi vida,
o mio tesoro.                                    oh, mi tesoro.
Io son tua,                                         Yo soy tuya.
tuo son io,                                         Tuyo soy.
speme mia,                                       Mi esperanza,
dillo dì,                                                dilo, di.
tu sei pur                                            Eres tú
l’idol mio,                                           el ídolo mío
sì mio ben,                                         Sí, mi bien.
sì mio cor,                                          Sí, mi corazón.
mia vita sì                                           Vida mía, sí.