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lunes, 20 de julio de 2015

Piku: escatología y sentimientos




La peli de hoy ha sido una sorpresa. No tenía demasiadas esperanzas y tengo que reconocer que he acabado rendida a sus encantos. Con un elenco de estrellas como el que nos ofrece y viniendo de Yash Raj Films, una de las mayores productoras del país, esperaba una de esas pelis enormes… O bien un humor que no me iba a llegar: hay que reconocer que el humor es algo muy cultural y, cuanto más alejados estemos de la realidad que muestra la película, mayor será la dificultad de captarlo.


Os voy a contar una de mis teorías absurdas: hay dos tipos de filmes en el cine indio. Por un lado tenemos las producciones megalomaniacas, donde todo es poco y la grandiosidad, el brillo y la exageración son esperables y bienvenidos, ya sea desde la modernidad o desde la mirada al pasado. Por otro, están esas pelis en que el argumento, la música, las interpretaciones, todo es pequeño. No es que las intenciones de uno u otro tipo sean distintas, todas quieren entretener, pero el medio para llegar a su fin es completamente distinto. 


Ambos tipos de pelis me gustan. Adoro los dramas más grandes que la vida con Shahrukh o la acción pasada de rosca de Salman. Y siempre es un buen momento para las pelis "programáticas" de Aamir, con sus buenas intenciones y su moraleja final. Pero de todos los Khan, probablemente sea Irrfan el menos galán, el más contenido (y por ello quizá el más presente en pelis occidentales) y el que mejor encaja en esas pelis discretas, pero que llegan muy adentro. Y cada vez que lo veo, más me gusta, a pesar de que su atractivo es el menos evidente.


No sé por qué en muchas ocasiones hablo por aquí de pelis grandes, que a poco que te interese el cine indio no necesitan presentación, y me olvido de recomendar esos filmes más invisibles. Será el brillo, que me ciega el entendimiento. O tal vez sea que esas películas pequeñas son más difíciles de vender como cine típicamente indio. O incluso se deba a que me han gustado tanto que no sé cómo hacer para escribir sobre ellas de una manera más objetiva. Me pasó con English Vinglish y me pasó con The Lunchbox, dos pelis maravillosas que quizá aparezcan por aquí cuando las vuelva a ver, pero no quiero que me pase hoy. Así que os recomiendo vivamente Piku, que además, se estrenó hace no mucho.


Piku es el nombre de la protagonista, interpretada por Deepika Padukone, una arquitecta soltera que, en la treintena, mantiene un precario equilibrio entre su vida laboral-personal y el cuidado de su padre, Bhaskor Banerjee, un septuagenario intelectual, hipocondriaco, contestón, egoísta y entrañable de origen bengalí, al que da vida uno de los grandes del cine indio: Amitabh Bachchan. La difícil relación con su padre, cuyo tema favorito de conversación es su salud intestinal, y que no duda en boicotear cualquier conato de relación amorosa de su hija, ha hecho que esta viva estresada y se comporte de forma desagradable con todo el mundo. Cuando Piku acepta acompañar a su padre de Delhi a Calcuta para visitar la antigua casa familiar, el único dispuesto a llevarlos en coche a través de los 1.500 km que separan ambas ciudades es Rana Chaudhary (Irrfan Khan), el dueño de la empresa de taxis que normalmente utiliza Piku para ir al trabajo.


Piku es una comedia con algo de road-movie, algo de romance, algo de drama familiar, pero el resultado es más que las suma de sus partes. El director Shoojit Sircar nos ofrece una peli de temática muy distinta a su último film, Madras Café, y acierta de pleno en el tono, manteniendo un fino equilibrio en la comedia, sin caer en la vulgaridad. Es de las pelis más divertidas que he visto en los últimos tiempos, y no solo indias. Los momentos cómicos que nos regalan Bachchan y Padukone son antológicos, de carcajada segura, y no tardamos en coger cariño al resto de personajes.


Es una película en la que no hay demasiada acción y todo el peso recae en los personajes, con diálogos continuos que nos van desvelando todo un entramado de relaciones que resultan muy cercanas a pesar de la enorme diferencia cultural. El romance también es leve, desarrollándose poco a poco, a través de conversaciones banales. Y, sin entrar en detalles, diré que el final es muy satisfactorio. La bonita música de Anupam Roy está muy velada y acompaña bien las escenas, sin que haya ningún momento en que moleste o interrumpa la acción. Por último, destacaría las preciosas imágenes de la ciudad de Calcuta, que dan ganas de coger un avión y plantarse allí a dar un paseo en bici…


Como ya he dicho, una película pequeña, nada pretenciosa, con unas interpretaciones excelentes y que deja un estupendo sabor de boca. Perfecta para aquellos a quienes el artificio de las pelis más bollywoodienses no les acaba de llegar, o para descansar de sus oropeles. Me ha gustado tanto que probablemente vuelva a verla, tiene toda la pinta de ser un perfecto “lugar feliz”.






lunes, 6 de julio de 2015

Wake Up Sid: hacerse mayor, pero no demasiado



La película que hoy os propongo tiene ya unos añitos, pero no se le nota demasiado y puede ser un plan perfecto para una tarde sin mucho que hacer. 


Wake Up Sid es la historia de Siddharth Mehra, interpretado por un casi debutante Ranbir Kapoor, un niño bien al que solo le preocupa divertirse con sus amigos, disfrutando del flujo constante de dinero que le proporciona su padre, dueño de una empresa. En una fiesta conoce a Aisha (Konkona Sen Sharma), una chica algo mayor que él, seria y responsable, que ha llegado a Mumbay desde Calcuta con la intención de convertirse en escritora. 


Cuando Sid descubre que ha suspendido los últimos exámenes tiene que enfrentarse a la cólera de su padre y, tras una discusión, se va de casa para terminar ante la puerta de Aisha, que lo acoge en su apartamento temporalmente. Pero el pobre Sid no sabe ni freir un huevo, literalmente. El resto ya nos lo podemos imaginar...


Ranbir Kapoor está perfecto como joven rico y despreocupado, aunque entrañable en su infantilismo. Para mí, es uno de los actores clave del cine indio actual y, aunque se nota que en esta peli de 2009 aún no tenía demasiadas tablas, está encantador en la mayoría de escenas. A Konkona Sen Sharma, a pesar de la dilatada carrera que muestra imdb, es la primera vez que me la encuentro y, aunque no está mal, no sobresale especialmente. Tampoco me parece que tengan una química especial. Del resto de personajes destacaría al gran Anupam Kher, que interpreta al padre de Sid.


Si buscamos un retrato realista de las dificultades de los jóvenes a la hora de buscar trabajo o hacerse un lugar en la sociedad, esta película no es para nosotros. Sin embargo, a pesar de caer en algunos tópicos, resulta fresca y agradable de ver, aunque a veces sorprende la facilidad con que todo les va saliendo bien a los protagonistas. El conflicto apenas se vislumbra y los protagonistas lo esquivan totalmente indemnes.


La música resulta un poco pesada en algunos casos y solo destacaría un tema que aparece casi al principio de la peli. El único baile de todo el film se encuentra en los títulos de crédito finales, donde encontramos la canción que da título a la película. Una lástima, porque Kapoor baila que te mueres. En fin, nada que merezca la pena.


Podría parecer que la peli no me ha gustado, y eso tampoco es así. Me ha parecido muy bien rodada, rápida y muy entretenida. No es nada exigente y con dos horas y poco de metraje, se deja ver muy bien. Eso sí, no es de las pelis que se nos quedarán en la memoria. Para pasar el rato.




lunes, 29 de junio de 2015

Dum Laga Ke Haisha: venciendo los prejuicios




No sabría decir si se trata realmente de una tendencia o de si la visibilidad de las mujeres con sobrepeso continúa siendo algo anecdótico. Hay tal abundancia de información gracias a Internet que ya no sé si soy yo quien magnifica un fenómeno que quizá sigue siendo minoritario y en el que me fijo simplemente porque me afecta.


Supongo que, en respuesta a la obsesión por la belleza exterior y los cuerpos esculturales (muchas veces escondida tras una supuesta preocupación por la salud), tenía que salir a la luz la necesidad de muchas personas obesas por aceptarse, valorarse y hacer ver a los demás que también somos válidos y bellos. Si los "friquis" lo han conseguido, quizá ahora sea el momento de reivindicar nuestra diferencia.


Ya digo que quizá su relevancia real sea mucho menor de la que yo percibo, pero mi impresión personal es que sí se están haciendo esfuerzos por mostrar que las gordas también existimos. Desde modelos de tallas grandes a protagonistas en series, como la Rae de My Mad Fat Diary, de la que hablé aquí el otro día, o la Molly de Mike y Molly, vamos viendo que las mujeres con sobrepeso dejan de ser secundarias graciosas para hacerse con papeles protagonistas.


La película de hoy, además, demuestra que esto no se limita a Occidente, sino que esta obsesión por los cuerpos perfectos y la demanda de aceptación por parte de quienes no se ajustan a este canon acaba siendo universal.


Dum Laga Ke Haisha ("Invierte toda tu energía") se estrenó hace tan solo unos meses y, si no me equivoco, formó parte de las pelis que la industria india presentó en Cannes con la idea de distribuirla en Europa. Veremos si realmente llega a estrenarse en salas por estos lares.


La película nos lleva hasta los años noventa y nos cuenta la historia de Sandhya, una muchacha de clase media, educada, inteligente y trabajadora, pero con sobrepeso, a la que casan con Prem, un joven que tiene una tienda en la que graba casettes en el mercado de Haridwar, ciudad santa en la ribera del Ganges. Ninguno de los dos tiene demasiadas posibilidades de optar a algo mejor, por lo que aceptan la propuesta de matrimonio de sus familias y se casan en una ceremonia conjunta con otras parejas.


Sandhya (estupendo debut de Bhumi Pednekar) sufre el desprecio de su marido, que se avergüenza de ella y no duda en mostrarlo, y la incomprensión de su familia política, con la que ahora vive y que no ve en ella más que una fuente de ingresos para mantener su precaria economía.



No nos encontramos ante una película masala ni un Bollywood al uso. Aquí no hay mezcla de géneros ni disfrutamos de un gran espectáculo, con grandes paisajes y mil artificios. Es una historia pequeña y sincera, que huye de los clichés y en la que la química entre los personajes es evidente. Los actores resultan cercanos y creíbles. La banda sonora correa a cargo de Anu Malik, rescatado del casi olvido como el gran Kumar Sanu. Así que sí, la música también tiene ese aire noventero que a mí particularmente me encanta...


Aunque la película tiene algunos elementos cómicos que aligeran el peso de la trama, a veces esta resulta dolorosa de ver. Desde mi óptica de mujer occidental, me cuesta entender por qué Sandhya soporta una relación que no le ofrece nada. Comprendo la actitud de los personajes y aprecio la sinceridad con que están retratados, pero yo en su lugar habría seguido la máxima de "mejor sola que mal acompañada". Así que, entre otras cosas, la película sirve para mostrarnos que hay otros puntos de vista y que nuestra actitud, tan europea, no es el único camino válido. Sobre todo teniendo en cuenta que la acción tiene lugar hace veinte años.


Así, por un lado, tenemos a dos personajes un poco inadaptados intentando que su relación funcione, algo que siempre resulta interesante. Por el otro, es un poco difícil empatizar con el personaje de Prem. Y al acabar la película no puedes dejar de preguntarte si eso realmente es un final feliz o si la resolución resulta un poco patillera y precipitada. Aun así, para mí sí merece la pena ver la película, aunque solo sea para ver el papel de la mujer, y en especial, de ese tipo de mujer, en esa sociedad.






lunes, 22 de junio de 2015

Jab Tak Hai Jaan: así que pasen diez años




Hace unos días comentaba en Twitter que estaba con ganas de ver un dramón, una historia de amor de esas más grandes que la propia vida. Me apetecía pegarme una llantina, sufrir mucho y luego terminar con los lagrimales limpitos, limpitos. Y con el corazón contento.


El caso es que me puse a mirar por Internet y di con Jab Tak Hai Jaan (Te amaré hasta la muerte es el título que le han dado para su distribución en países de habla hispana), de la que no había oído hablar gran cosa. Pero conociendo un poco el estilo de Yash Chopra (que murió poco antes de poder acabar la película) y después del magnífico sabor de boca que Veer-Zaara me dejó, era la candidata ideal. Verla podía ser un tributo y era casi una obligación.


La película cumple todos los requisitos: es una gran historia de amor, de las que traspasan el tiempo y las fronteras. Está protagonizada por el galán por excelencia, nuestro Shah-Rukh Khan, que una vez más logra encarnar al hombre perfecto, al héroe total. Las localizaciones son magníficas y la factura técnica está más que conseguida, con unos paisajes preciosos. Y sin embargo, el filme no funciona, ni engancha ni emociona. Así que intentaré analizar por qué.


El argumento de partida es el siguiente: Akira Rai (Anushka Sharma), una intrépida periodista novel del Discovery Channel, lee por casualidad el diario de "el hombre que nunca muere", Samar Anand, que ha desactivado casi cien bombas durante su carrera en el ejército. Gracias a ese testimonio descubrimos que, diez años antes, Samar estaba buscándose la vida con pequeños trabajos en Londres, donde conoció a Meera Thapar (Katrina Kaif), una joven estudiante de clase alta a punto de casarse, de la que quedó irremediablemente enamorado. Pero su historia era imposible y, Samar, enfadado con el mundo, ahora desafía a Dios jugándose la vida en cada misión. Akira decide contar su historia en un documental y pasa unas semanas siguiendo al mayor y a su compañía en el norte del país.


Para comenzar, la protagonista femenina, Meera, la mujer que roba el corazón a Samar cuando no es más que un joven emigrante intentando abrirse camino, está interpretada por una actriz que no me convence nada. Katrina Kaif es preciosa, sí, pero he visto lombrices con mayor expresividad que ella. Además, se ha puesto dos butifarras a modo de labios que le impiden cerrar la boca y eso, quieras que no, distrae. Baila bien y lleva el vestuario con elegancia (no en vano es modelo), pero es que, para más inri, su personaje es uno de los más tontos que he visto últimamente. Ella desencadena todo el conflicto de la forma más absurda que te puedas imaginar y hace que toda la primera mitad de la película sea un poco ridícula. Además, su química con Khan, por increíble que parezca, es nula, lo cual tiene delito si tenemos en cuenta que la tercera en discordia es Anushka Sharma. Hay momentos en la peli en que realmente deseas que Samar se dé cuenta de que Akira vale mucho más que su antagonista y que con ella formaría una pareja mucho mejor. Como ya demostraron en Rab Ne Bana Di Jodi, entre ellos sí que surge la chispa...


Evidentemente no soy de las que buscan verosimilitud en las películas de Bollywood (un día tengo que hablar por aquí de Chori Chori Chupke Chupke, la peli que me enganchó por primera vez al cine de Bollywood, y que buena, lo que se dice buena, no es ni siquiera para los parámetros indios). Si quisiera realismo y coherencia, vería cine de arte y ensayo, pero es que aquí tenemos momentos de casi vergüenza ajena. Ya en la primera escena vemos a Samar salvando a Akira de morir ahogada porque el agua del lago al que se ha lanzado de cabeza está muy fría (sí, en serio), pero no llegamos a saber cómo ha llegado a la roca desde la que se tira al agua... Es evidente que de algún modo tenía que acabar Akira en posesión del diario de Samar (que está en el abrigo con que la arropa después de salvarla), pero la escena me parece un poco tomada por los pelos y solo me cuadra como product placement de Puma (otro día hablamos de lo entrañable que resulta esta técnica en las pelis indias). Por no hablar de La Promesa, de que en diez años la protagonista no cambia ni de corte de pelo, de la amnesia o de la policía de Londres, que no duda en dejar que un tipo desconocido se acerque a una mochila-bomba...


La banda sonora corre a cargo de A. R. Rahman, el Mozart de Madrás, al que no hace falta ni presentar. Pese a su fama y sus galardones, o quizá precisamente por eso, yo estoy empezando a cogerle un poquitín de manía. Aquí presenta el típico pop-fusión-pastiche blandito que caracteriza a sus bandas sonoras más recientes. Si acaso, destacaría únicamente el tema Heer Heer, que a su vez es un ejemplo perfecto de los gustos de Rahman (por  cierto, aunque las bandas sonoras de Yash Raj no suelen estar en Spotify, este tema concretamente sí que se puede escuchar ahí).


Parece mentira que con unos ingredientes como estos, con uno de los mejores directores de la industria, un guionista de probadísima eficacia, un actor protagonista que arrasa, el compositor más galardonado del país y unas localizaciones preciosas (tanto en Londres como en Cachemira) haya salido un producto tan insulso. Según leo, la peli gozó de éxito internacional tras su estreno en 2012, pero tan solo unos años después parece que ya nadie se acuerda de ella. Y, si dependiese de mí, ahí seguiría. Una pena de oportunidad desaprovechada.








jueves, 27 de noviembre de 2014

Queen: cine indio para todos los públicos




A pesar de la aparente inocuidad del cine indio, tan alegre y tan decente, no todas las películas son para todos los públicos. Pese a lo que pueda parecer, en este blog no hablo ni de la mitad de los filmes que veo. Unos son directamente malos; otros, no me han dicho gran cosa. 



Finalmente están esas películas que creo que no he entendido porque me faltan referencias culturales. En muchas ocasiones tengo la impresión de que se me escapan elementos fundamentales. Hay elipsis que para mí no tienen sentido, menciones que no logro captar y no sé si se debe a un problema de los subtítulos o a que hay que conocer muy bien la cultura para saber de lo que están hablando.



Como algunos sabéis, la India es mi asignatura pendiente. Es un país que siempre me ha atraido pero que aún no he tenido la suerte de visitar (lo sé, soy una triste, obsesionada a mi edad con un país que no conozco). Su comida y su cine son pequeños sucedáneos hasta que, algún día, el binomio tiempo-dinero me permita hacer ese viaje que tantos cuentan que cambia la vida. Entre tanto, seguiremos soñando.


En fin, que con la película que recomiendo hoy no corremos riesgo alguno. Para empezar, porque es Bollywood, pero va mucho más allá. Yo la considero, de alguna manera, heredera de aquella Monsoon Wedding de principios de este siglo XXI y, después más claramente, de la estupenda English-Vinglish. Pese a su bajo presupuesto y a su tibia recepción inicial (que fue creciendo a medida que pasaban las semanas), ha sido una de las películas más populares de este año en el país, con éxito de crítica y público, y no me extrañaría verla proyectada en alguna sala o en algún ciclo en España o en otros países fuera del círculo de exhibición habitual de las pelis indias.


El argumento, como sucede en tantas ocasiones, es bastante simple: Rani (fantástica Kangana Ranaut) es una tímida joven de familia conservadora. Un par de días antes de su boda, su prometido la deja plantada, ya que considera que él ha cambiado y que sus estilos de vida ahora son demasiado distintos. Como la luna de miel ya estaba organizada, Rani decide decide aprovechar el viaje a París, la ciudad de sus sueños, y se marcha sola. 


Vikas Bahl (director también de Lootera, una de mis pelis favoritas del año pasado y de la que tengo pendiente un post) deja de lado las historias de amor para ofrecernos una dramedia de crecimiento personal y autoconocimiento. No en vano se estrenó la víspera del 8 de marzo. La película es convencional, pero no tanto si tenemos en cuenta su punto de vista y la cultura en la que se enmarca. Además, va un paso más allá que, por ejemplo, English-Vinglish a la hora de retratar el empoderamiento de la mujer. Rani evoluciona, aprende y se libera. Es capaz de abrirse a otras ideas y de apreciar lo que tiene a su alrededor, sin perder su identidad en ningún momento, pero reafirmándose como mujer cueste lo que cueste. 


La película nos muestra la capacidad de adaptación de la protagonista, alejada de esas diosas del cine indio que solemos encontrar y que, por desgracia, aportan poco más que una cara bonita. Aunque su inocencia le juega alguna que otra mala pasada, no tarda en hacerse con la comprensión y la amistad de quienes la rodean. Los distintos encuentros que tiene, la forma de relacionarse con mujeres y con hombres, con indios y con personas de otros países, nos enseñan que algunos sentimientos son universales, independientemente de la procedencia y el bagaje cultural de cada uno. Es cierto, a la película le pesan en ocasiones muchos clichés (supongo que es inevitable; nosotros tampoco somos un ejemplo a ese respecto), pero tenemos que asumir que es parte del encanto de este tipo de pelis, que hay que ver con candidez y desvergüenza.


En definitiva, una película divertida pero con alma. Sencilla en su planteamiento y en su ejecución, cumple con creces su objetivo y deja buen sabor de boca. Muy india y muy multicultural. Muy hija de su tiempo y muy atemporal en sus pretensiones. Ojalá caiga pronto otra película de su estilo, porque aunque no tenga tantos colores (aunque toda la película es un festival para la vista), ni bailes (aunque la banda sonora de Amit Trivedi es deliciosa y está perfectamente integrada), ni historias de amor (aunque rebosa sentimientos), me ha encantado.






martes, 12 de agosto de 2014

Madrás Café: un poco de historia contemporánea




El otro día, mi amiga P. hablaba en su blog de la ignorancia. Aunque estoy segura de que algo exageraba y ni por asomo será para tanto, a mí también me pasa algo parecido a lo que describía: reconozco que soy muy ignorante, me cuesta aprender aquello por lo que no siento una mínima afinidad y tengo una memoria bastante volátil, de forma que olvido con facilidad todo lo que no me interesa de algún modo, o bien recuerdo algún nombre, alguna fecha, etc. pero sin saber exactamente de qué iba el tema...


Sé que es bueno reconocer la ignorancia propia, pero a la vez me da bastante rabia no saber más, darme cuenta de que he olvidado cosas o descubrir que no recuerdo algo que ya debería tener guardadito en la memoria. Así que cualquier excusa es buena para aprender, conocer, recordar, descubrir, memorizar, revisitar, afianzar, etc. Cualquier granito de arena siempre es bienvenido... La peli de hoy es perfecta para despertar la curiosidad o, al menos, eso es lo que me ha provocado a mí. Y, claro, no he podido dejar de acordarme de ella. Así que, esta peli es para ti.


Lo primero que hay que destacar es que, ¡sorpresa!, Madrás Café no es Bollywood. Como ya viene siendo habitual en algunas películas indias de los últimos años, aquí no hay música, ni bailes, ni colorines, ni romance con final feliz, sino que, a partir de un acontecimiento histórico, Shoojit Sircar construye un thriller político bastante bien llevado. Si queréis ver la peli totalmente libres de spoilers, este sería el momento de dejar de leer (en los canales habituales la encontraréis con subtítulos en inglés).


Reconozco que en algunos momentos me resultó algo confusa, pero probablemente eso se deba más a mi desconocimiento del contexto que a la película en sí. Así que, por si alguien tampoco sabe demasiado del tema (yo sabía de la existencia de los "Tigres Tamiles", pero poco o nada más del conflicto), ahí va un pequeño resumen de lo que he conseguido encontrar navegando por Internet. Así, si os animáis a ver la película, ya tendréis algo más de camino recorrido que yo. Si alguien conoce más del tema y quiere aportar algo o corregirme, será más que bienvenido, porque el tema es delicado.


Desde 1983 y hasta 2009, Sri Lanka vivió en un estado de guerra civil debido al continuo enfrentamiento entre el gobierno y los llamados Tigres Tamiles (o LTTE, Liberation Tigers of Tamil Eeram), movimiento insurgente creado por Velupillai Prabhakaran en 1973 y clasificado como terrorista por Estados Unidos y la UE. Este grupo pretendía la creación de un estado independiente para la minoria tamil en el norte y el este de la isla. 


Usando el método del atentado suicida, ha sido el único grupo que ha logrado asesinar a dos líderes mundiales: el ex primer ministro indio Rajiv Gandhi (hijo de Indira Gandhi y, por tanto, nieto de Jawaharlal Nehru) en 1991 y el presidente de Sri Lanka Ranasinghe Premadasa in 1993. Tras varios intentos de treguas y alto el fuego, finalmente el gobierno esrilanqués inició una fuerte ofensiva que acabó con la derrota del movimiento y la muerte de sus líderes.


La ONU estima que, durante los más de 25 años de guerra civil, entre 80.000 y 100.000 personas murieron por causa de los enfrentamientos. Además, la guerra provocó unos 300.000 desplazados. Y parece que la herida aún está lejos de cerrarse.


Lógicamente, Madrás Café parte del punto de vista indio de un hecho histórico que le afectó profundamente. No entiendo muy bien el motivo que llevó a los creadores a cambiar el nombre del grupo terrorista por LTF o inventarse un nombre para su líder, que en la película es Anna Bhaskaran, pero eso tampoco es tan importante cuando es más que evidente quién es quién. Otra cosa, que el póster no os lleve a engaño, la periodista tiene un papel bastante limitado en el film y casi todo el peso recae sobre el actor John Abraham, que interpreta a Vikram Singh, oficial de la inteligencia india desplazado a la isla vecina durante la intervención de su país en el conflicto. En un largo flashback vamos descubriendo la red de espionaje y los infructuosos esfuerzos que tanto él como sus colegas llevan a cabo para impedir el atentado que termina por costarle la vida a R. Gandhi.


Ya he comentado que en algún momento resulta confuso el desarrollo de los acontecimientos y el continuo cambio de ubicación. Yo terminé por parar la peli unos minutos y consultar Google Maps para ver dónde quedaba exactamente cada una de las ciudades por las que iban recayendo los personajes. Pero esto es una cuestión personal y supongo que tampoco es necesario.


Como era de esperar, la peli tuvo buenas críticas en la India y provocó la ira de los tamiles, que consiguieron impedir que se estrenase en Reino Unido. Yo, que no soy en absoluto fan de este tipo de thrillers, disfruté bastante, así que creo que puede ser una buena opción para los amantes del género. Y, lo que es más importante, se sale de los cánones habituales de guerra fría y demás, lo que nos permite adentrarnos en una realidad para muchos desconocida. Aquí os dejo el tráiler; si le dáis una oportunidad, ya me contaréis qué os ha parecido.



lunes, 31 de marzo de 2014

El corazón del hombre ordinario: Rab de bana di jodi




¡Qué suerte dar con la película perfecta para un fin de semana lluvioso! Tras la suspensión del Holi que el Club Masala había organizado en Madrid para este sábado pasado, no había mejor manera de pasar la tarde que aprovechando la pila de pelis que tengo en espera. 


Lo bueno y lo malo de mi lista de pelis hindis es que, al no conocer el idioma, la mayoría de las veces no soy capaz de reconocer por el título aquellas que aún no he visto, así que la elección es una caja de sorpresas. Dadme las gracias de que no os cuente en el blog cada una que termino viendo, niños, porque tela marinera...


En cualquier caso, este sábado tocó Rab Ne Bana Di Jodi (Una pareja hecha por Dios), comedia romántica del 2008 dirigida por Aditya Chopra. Está protagonizada por Anushka Sharma, que debutó en el cine con este film y quien ya apareció en el blog por la estupenda Band Baaja Baaraat, y Shahrukh Khan, el tótem del cine indio y uno de los pocos actores de esta industria realmente conocido fuera de ella (que, por cierto, anoche estaba en Divinity protagonizando My Name Is Khan, peli de la que quizá os hable un día). Por el film que os propongo hoy estuvo además nominado al Filmfare (el equivalente indio de los oscars) como mejor actor y, aunque no ganó, eso es lo de menos, ya que acumula unos cuantos...


Rab Ne Bana Di Jodi cuenta la historia de Surinder Sahni (Khan), un introvertido y anodino oficinista de mediana edad que, por compromiso, se casa con la dicharachera Taani Gupta (Sharma). Al darse cuenta de que por sí mismo jamás será capaz de conquistar a la joven, decide inventarse a "Raj", una especie de antítesis de sí mismo, occidentalizado, ligón y divertido, que se convierte en la pareja de Taani en la escuela de baile donde esta se acaba de apuntar.


La película no tendría mayor interés si no fuera por el mensaje que aporta. En vez de un cuento de superación aquí encontramos algo distinto: una especie de oda a lo cotidiano y a lo ordinario, con la intención de destacar que todo el mundo, hasta el más común de los mortales o la pareja más aburrida, tiene una historia por detrás digna de ser contada. Para ello, además, dejan de lado la metrópolis para trasladarnos a Amritsar, una localidad del Punyab con un fuerte componente religioso. Como es de esperar, tenemos algunos de los elementos acostumbrados de las comedias indias, aparece el imprescindible secundario cómico y concursos de baile hemos visto doscientos, pero el hecho de que el héroe discreto se imponga resulta casi refrescante. Por una vez, la rana no necesita convertirse en príncipe y eso es muy de agradecer.


La peli funciona muy bien y sus casi tres horas de metraje no se hacen largas. Los decorados están bastante conseguidos y las localizaciones son deliciosas. Khan resulta divertido interpretando a ese Raj pasado de vueltas y entrañable en el papel de Surinder, y Sharma es de las pocas actrices de Bollywood que yo soy capaz de distinguir y de recordar, quizá porque ofrece algo más que una cara bonita. La banda sonora, a cargo de los hermanos Salim y Sulaiman Merchant, tiene varias canciones chulas, aunque yo me quedo sin duda con la dulce Haule Haule. Bailes hay muchos y de esos que nos gustan, y también encontramos mucho amor al cine. 


Es evidente que la peli no va a pasar a la historia y a Khan se le empiezan a notar los años, pero es un buen divertimento para un sábado por la tarde. Y me encanta que el cine indio aún conserve esa candidez y esa frescura que las comedias románticas occidentales parecen haber perdido. Recomendable.







jueves, 27 de febrero de 2014

Nolan a la Bollywood: Ghajini (2008)



El de Sanjay Singhania (Aamir Khan) es un caso médico extraño: un traumatismo craneal le ha provocado un tipo de amnesia a corto plazo que le impide recordar durate más de 15 minutos nada de lo que le sucede; únicamente tiene destellos de un asesinato y de un nombre: Ghajini. Para no olvidar, recurre a una cámara Polaroid, en cuyas fotografías va apuntando nombres o calificativos. Al llegar a su apartamento descubrimos cientos de etiquetas en sus objetos cotidianos y todo un plan de venganza. Además, los datos más importantes los ha ido tatuando sobre su propio cuerpo.


Efectivamente, Ghajini es la versión bollywood de Memento, la película de Christopher Nolan de 2000. Además, el film norteamericano no es el único que sirve de inspiración a A. R. Murugadoss, ya que también encontramos alguna otra escena en la que el homenaje resulta de todo menos discreto. 


No obstante, aunque este thriller indio bebe de unas fuentes evidentes, el paralelismo con la película de Nolan no va mucho más allá, ni en la historia ni en la forma de contarla. No podemos olvidar que Ghajini es una película de Bollywood (que a la vez es un remake de una peli tamil del mismo nombre) y aunque es de alabar las intenciones de sus creadores de hacer algo distinto, hay una serie de códigos indispensables que aquí tampoco se obvian. Salvo un largo y luminoso flashback, que nos muestra al protagonista antes de convertirse en esa especie de Frankenstein vengativo, la trama es bastante lineal. Aunque la banda sonora corre a cargo de A. R. Rahman, uno de los mejores compositores del país), los números musicales son bastante olvidables y, en algún caso, resultan incongruentes con el tono que busca la película (y eso, tratándose de Bollywood, donde es muy habitual meter showstoppers sin venir a cuento, ya es decir).


Da la impresión de que se quería hacer un thriller psicológico serio y que, por el camino, se fue moldeando para adaptarse a los gustos y las costumbres del público. Así, aunque no faltan las escenas de acción y una violencia bastante explícita, da la impresión de que se ha domesticado bastante y se ha suavizado, entre otras cosas, con un final que no pega ni con cola. 


En cuanto a las interpretaciones, Aamir Khan me parece un muy buen actor y es evidente el trabajo físico de preparación para el papel, totalmente distinto de sus roles habituales, pero lo veo bastante pasado de rosca. Pradeep Rawat, uno de los secundarios habituales del cine indio, está muy correcto en su papel de malvado. Lamentablemente, las intérpretes femeninas no ofrecen mucho más que una cara bonita, aunque la Kalpata de Asin Thottumkal, que repite el papel que también representó en la versión tamil, resulta entrañable y divertida.


Es una pena que los "homenajes" y la sobreactuación de Khan provoquen en algunos momentos una hilaridad que desvirtúa las intenciones y el tono oscuro de la película, que de otro modo podría haber sido más destacable. Aunque en su país gozó de gran aceptación, creo que para nosotros no pasa de algo anecdótico: un ejercicio que nos permite comparar cómo dos culturas muy distintas se enfrentan a la misma idea, desarrollando dos películas que se miran en un espejo deformante. Supongo que si no conociésemos Memento, la peli sería bastante más disfrutable. Aunque son más de tres horas de metraje, os invito a que le echéis un vistazo (aquí la tenéis completa con subtítulos en inglés), porque os puede resultar interesante.







miércoles, 12 de febrero de 2014

Otra peli: Band Baaja Baaraat (2010)



He llegado a la conclusión de que la única forma de que ver una peli india como dios manda es tomármela como una miniserie y dividirla en episodios de media hora. Si no, entre unas cosas y otras, solo puedo ver pelis los fines de semana y, a veces, ni eso... Y que conste que ya no es como antes, ahora las hay que duran solo dos horitas, pero es que la mitad de los días no me da tiempo ni a eso...


En fin, que lo que yo quería era presentaros la última peli de Bollywood que he visto, que además es muy reciente y se nota. ¡Vaya si se nota! Si pienso en pelis más antiguas y que en su momento fueron grandes éxitos y, hasta cierto punto, también pioneras, como Dil Chahta Hai, que también vi hace relativamente poco, se nota un montón el paso del tiempo. Es increíble cómo ha evolucionado el cine indio en unos diez años, tanto técnicamente como en el tratamiento de las historias...


Band Baaja Baaraat (Banda musical para bodas) es una comedia romántica de 2010, que constituye el debut en la dirección de Maneesh Sharma. Shruti Kakkar (Anushka Sharma) es una joven universitaria cuyo sueño es convertirse en organizadora de bodas. Durante una de las fiestas en las que trabaja como asistente, conoce a Bitoo Sharma (Ranveer Singh, que también debuta en este film), que se ha colado para comer gratis. Aunque no empiezan con buen pie, ella termina confesando que su mayor deseo es montar su propia empresa, a lo que Bittoo le propone fundarla juntos. Tras algunos contratiempos, finalmente nace "Shaadi Mubarak", pero el camino no será fácil, y menos fácil aún será mantener la amistad y el trabajo separados...



Hacía tiempo que no me lo pasaba tan bien con una peli de Bollywood. La historia no es nada del otro mundo, pero es fresca, está muy bien contada y compensa muy bien los momentos dramáticos con la ligereza de otras escenas. Además, tampoco cae en esa comedia un poco gruesa de que adolecen a veces las pelis indias. En definitiva, se hace corta y deja con muy buen sabor de boca. La banda sonora no es nada destacable (yo diría que no está a la altura), aunque tiene un tema chulo y un par de coreos que no están mal, pero se me queda corto; ¿será también otro signo de evolución? ¿O es una sensación mía que no responde a la realidad? Porque ahí sí que no estoy de acuerdo, ¿eh? Yo quiero más bailes.