lunes, 16 de diciembre de 2013

La vida sigue igual



Hay series de consumo rápido, que tienes que ver al día siguiente de su emisión, que generan ansia por comentarla, que fomentan la conversación con otros seriéfilos y que dan lugar al debate. Y luego están las series de consumo lento, que para mí son como ese dulce que comes con parsimonia, deleitándote con su sabor y procurando que el placer se prolongue el máximo tiempo posible. Treme es una de esas series.


A la serie de David Simon (y de Eric Overmeyer) se le ha echado en cara que no pasa nada, que pasan incluso menos cosas que en The Wire. Y no es cierto. En este barrio de Nueva Orleans que da título a la serie pasan muchas cosas. Si leemos la sinopsis de cualquier capítulo veremos la multiplicidad de situaciones y personajes, su evolución o estancamiento (que también es una forma de evolución, ¿no?). Lo que pasa es que, como en la vida, los protagonistas se enfrentan a pequeñas batallas cotidianas, anécdotas que, cual efecto mariposa, parecen no tener importancia pero cambian inexorablemente el curso de sus vidas.


El punto de partida de Treme es básico y por todos conocido: se trata de explorar la vida y las dificultades de los habitantes de Nueva Orleans tras el paso del huracán Katrina, que destruyó gran parte de la urbe en 2005. Una vez más, Simon, ese Dickens del siglo XXI, es capaz de ofrecernos un retrato social que va más allá del mero documental: una estampa hiperrealista que sublima y destila lo circunstancial para mostrarnos el alma de una ciudad única, pero que funciona como espejo de anhelos y sentimientos universales.


Como sucedía con The Wire, la serie no es tímida a la hora de denunciar miserias; además, no se limita a las más evidentes, como los fraudes o las malas prácticas, sino que también somos testigos de las pequeñas adversidades, la incomunicación, la soledad... El gran acierto de Treme, además, es que a pesar de todo siempre hay un lugar para la esperanza. Aunque los personajes se golpean una y otra vez contra los mismos muros, no pierden las ganas de luchar. Estos verdaderos “ciudadanos coraje” trabajan, acaso de manera inconsciente, por hacer de su vida y de la ciudad que aman un lugar mejor, aunque quizá los frutos no sean visibles. Ese optimismo y esa honradez que tan bien se reflejan en la música que inunda toda la serie es lo que hace que, como espectador, no tires la toalla ni termines de hundirte ante todas las injusticias, la lucha y el dolor que transmiten algunos de los episodios. 


Evidentemente no es una serie fácil, cada capítulo te deja el corazón encogido, el alma dolorida y la cabeza a mil por hora, y por eso no es una serie de rápida digestión. Trata cuestiones sociales y plantea cuestiones morales. No funciona en modo maratoniano y, en mi caso, necesito días y días para recuperarme, para recomponer los cachitos en que me parte. Aún voy por la mitad de la tercera temporada y voy degustándola a sorbitos, un episodio ahora, otro dentro de un mes, luego dos días seguidos, dependiendo de mi estado de ánimo, de mi capacidad de empatizar y de mi fortaleza. 


Porque es una serie dura. Y, evidentemente, no es una serie rentable en términos económicos, aunque creo que con el tiempo se irá redescubriendo y se le irá dando la importancia que merece. Es de esas ficciones que servirán de ejemplo de lo que éramos; más que las frías noticias de un periódico, sus episodios servirán de testimonio histórico de la vida cotidiana, del impacto de la política en la dignidad humana. 


La HBO ha sido generosa con Simon, a sabiendas de que le deben parte de su reputación de canal de culto, dejándole terminar una serie que debemos de ver cuatro gatos (aunque es mucho más que una serie, como podemos ver aquí o aquí). Descubrir Treme es amar sus calles, su música y a sus protagonistas... Y conocer esta serie es de lo mejor que nos puede pasar, aunque duela. Dadle una oportunidad, terminaréis enamorados. 




2 comentarios:

  1. Precioso artículo. Yo también creo que a Treme se le dará más tarde o más temprano el reconocimiento que merece, y que perdurará cuando otras que se llevan premios y están en boca de todos hayan caído en el olvido. Personalmente no he encontrado otra serie que retrate con tanta sensibilidad el alma humana y la vida con toda su gama de alegrías y tristezas. Disfruta de lo que te queda. No te va a decepcionar. Un abrazo

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    1. Cecilia, tendrás que disculparme porque hasta ahora no había visto tu comentario (justo me fui de vacaciones esos días). Muchísimas gracias por leerme y por comentar. Efectivamente, estoy disfrutando un montón de lo poco que me queda de la serie, que, sin duda, ahora mismo es mi favorita. Ya te contaré qué tal el final. Un abrazo.

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