jueves, 10 de abril de 2014

De la VOS, el doblaje y otras zarandajas




El lunes Canal+ nos invitó al estreno en pantalla grande de la cuarta temporada de Juego de Tronos. Con permiso del Festival de series, es probable que disfrutar del primer epi de cada temporada de esta serie sea el evento del año. Además, esta vez, el Plus ha tirado la casa por la ventana y, además de un juego interactivo que ya está poniendo en marcha (y al que, sinceramente, no creo ni que me apunte), organizó el estreno en varias ciudades españolas.


Las colas para entrar al Proyecciones eran espectaculares y la mezcla de gentes, desde periodistas y blogueros, hasta señores de cierta edad y los ya típicos disfrazados de personajes, a los que el Plus cuidó especialmente reservándoles los mejores sitios de la sala, era digna de admiración. Es sorprendente que la saga Canción de hielo y fuego, a pesar de pertenecer a un género tan aparentemente minoritario y un poco minusvalorado como es la fantasía, atraiga a todo el mundo. 


Sobre todo en su versión televisiva, han sabido combinar perfectamente lo exótico y la aventura, con unos elementos fantásticos muy puntuales y que se integran sin problemas, resultando creíbles y muy placenteros para el espectador. Qué queréis que os diga: yo que, por decirlo de forma delicada, no soy especialmente seguidora de la fantasía y la ciencia ficción, disfruto como una cría viendo volar a los dragones y cada vez que aparecen en escena se me ilumina la cara. El episodio como tal respondió perfectamente al esquema de inicio de temporada: una vez más, nos recuerdan el lugar y las circunstancias en que se encuentra cada personaje. El mapa de los títulos de crédito ofrecía una nueva incorporación y, a lo largo de una cortísima hora, descubrimos o recordamos en qué andan metido los Lannister, los Stark y el resto de familias que deambulan a ambos lados del mar, a modo de fichas en un tablero de ajedrez. 


Y para dejar con buen sabor de boca y con muchísimas ganas de más a los espectadores, ofrecieron una escena final a cargo de Arya y el Perro divertidísima, sobrecogedora y alucinante. Como ayer se decía por twitter, estos dos merecen un spin-off, y es increíble ver la presencia, el carisma y la química que Masie Williams (que, no olvidemos, solo tiene dieciséis años) despliega en pantalla. En este último episodio fue con Rory MacCan, pero no olvidemos las escenas de la temporada anterior con el gran Charles Dance. Lo de esta chiquilla es arte puro.


Así que me apena que con un episodio que combinó perfectamente el humor (que nos sacó varias carcajadas a los espectadores) y la acción con unos diálogos milimétricamente diseñados para definir personajes y situaciones, lo que terminara triunfando fueran las quejas por la emisión en versión original subtitulada del episodio. No sé muy bien qué esperaba la gente (el doblaje  no solo cuesta dinero, sino también tiempo) y, con tanto chaval presumiendo de nivel de inglés medio, me sorprende que se permitan el lujo de exigir no solo la emisión de los episodios casi simultáneamente a su salida original en Estados Unidos, sino también que se lo den todo masticadito.


Con el doblaje me pasa lo mismo que con el cambio de horario entre verano e invierno: los argumentos que los defienden me resultan cada vez más difíciles de comprender. Anoche fue la última vez que me prometí a mí misma que no volvería a ver una peli doblada ni aunque me regalasen las entradas (que, por cierto, era el caso).


El cine Palafox proyectó en primicia la película Tren de noche a Lisboa y allá que nos fuimos @anuskki y yo con nuestras flamantes invitaciones (momento de agradecer a la editorial Planeta que nos invitara al preestreno). Mucha expectación por la presencia del actor Jeremy Irons, y muchísima gente deseando ver la peli, que venía patrocinada por el touroperador Europamundo


Tras una breve introducción por parte del actor, que explicó que se trataba de una obra pausada y emotiva, en la que no debíamos esperar explosiones ni grandes alharacas (es decir, perfecta para mí), empieza la película y la primera decepción es que no vamos a poder seguir disfrutando de la cálida y maravillosa voz de Irons, sino de su doblador. La peli en sí es muy bonita (dan ganas de hacer una nueva escapadita a la capital vecina, cuyas localizaciones son preciosas) pero bastante insípida (tengo le impresión de que el libro en que se basa funcionaría algo mejor) y busca la emotividad de forma a veces un poco forzada (esos primeros planos buscando desesperadamente la empatía), pero es que escuchando las voces dobladas se notaban unas inflexiones tan melodramáticas y una falta de profundidad en el sonido que te sacaban totalmente de la peli y parecía que te hubieras metido en un serial radiofónico. 


No sé, será que ya llevo muchos años viendo las pelis en versión original, pero en ocasiones me daban ganas de levantarme y largarme de allí. Me gustaría saber qué opinaría Irons sobre su doblaje, incluso sin comprender el idioma. Entiendo que la del doblaje es una industria sana y que no hay por qué cargársela (y menos viendo que aún hay gente, incluso joven, que no tolera un episodio en VOSE), pero me apena que la gente no le dé una oportunidad a descubrir la obra integral, sin mutilar una parte tan importante como es la verdadera voz de los personajes, con su musicalidad, su color y sus características únicas (¿de verdad a la gente no le cansa encontrarse con la misma voz en distintos actores?).


Y no lo digo solo en el caso de idiomas que conocemos. Es evidente que viendo pelis y series en versión original vamos a mejorar nuestro nivel de inglés; es extraño, y no en el buen sentido, ver una peli de Won Kar-Wai en la que todos los personajes hablan con el mismo acento neutro castellano. En la peli de anoche no se sabía si los personajes supuestamente hablaban en inglés, en portugués o en alemán, porque todos hablaban un precioso y perfectísimo español, daba igual si eran suizos o portugueses... Y supongo que para algunos será un detalle sin importancia, pero yo creo que es algo fundamental.


Evidentemente, que cada uno haga lo que quiera, que al fin y al cabo se trata de un mero entretenimiento. Además, por suerte, en la actualidad hay opciones para todos. Yo estuve durante muchísimos años viendo casi todo doblado (algunos ni siquiera podréis imaginar lo difícil que era encontrar obras en el idioma original allá por los noventa) y la primera vez que vi Los Goonies, Pretty Woman o La vida de Brian en inglés me despertaron mucha curiosidad, porque yo solo recordaba/me sabía los diálogos en nuestro idioma. Pero sí que me gustaría que la gente le diera algo más que una oportunidad a la versión original. Mi experiencia con personas de mi entorno demuestra que, una vez superado el pequeñísimo esfuerzo inicial de tener que leer los subtítulos (y a estas alturas de la historia, todos estamos alfabetizados, ¿no?), uno se acostumbra y el disfrute es mayor. El problema es que luego no hay quien aguante una película doblada. Aunque te hayan invitado y no te atrevas a levantarte a mitad de proyección e irte de vinos...

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