jueves, 27 de noviembre de 2014

Queen: cine indio para todos los públicos




A pesar de la aparente inocuidad del cine indio, tan alegre y tan decente, no todas las películas son para todos los públicos. Pese a lo que pueda parecer, en este blog no hablo ni de la mitad de los filmes que veo. Unos son directamente malos; otros, no me han dicho gran cosa. 



Finalmente están esas películas que creo que no he entendido porque me faltan referencias culturales. En muchas ocasiones tengo la impresión de que se me escapan elementos fundamentales. Hay elipsis que para mí no tienen sentido, menciones que no logro captar y no sé si se debe a un problema de los subtítulos o a que hay que conocer muy bien la cultura para saber de lo que están hablando.



Como algunos sabéis, la India es mi asignatura pendiente. Es un país que siempre me ha atraido pero que aún no he tenido la suerte de visitar (lo sé, soy una triste, obsesionada a mi edad con un país que no conozco). Su comida y su cine son pequeños sucedáneos hasta que, algún día, el binomio tiempo-dinero me permita hacer ese viaje que tantos cuentan que cambia la vida. Entre tanto, seguiremos soñando.


En fin, que con la película que recomiendo hoy no corremos riesgo alguno. Para empezar, porque es Bollywood, pero va mucho más allá. Yo la considero, de alguna manera, heredera de aquella Monsoon Wedding de principios de este siglo XXI y, después más claramente, de la estupenda English-Vinglish. Pese a su bajo presupuesto y a su tibia recepción inicial (que fue creciendo a medida que pasaban las semanas), ha sido una de las películas más populares de este año en el país, con éxito de crítica y público, y no me extrañaría verla proyectada en alguna sala o en algún ciclo en España o en otros países fuera del círculo de exhibición habitual de las pelis indias.


El argumento, como sucede en tantas ocasiones, es bastante simple: Rani (fantástica Kangana Ranaut) es una tímida joven de familia conservadora. Un par de días antes de su boda, su prometido la deja plantada, ya que considera que él ha cambiado y que sus estilos de vida ahora son demasiado distintos. Como la luna de miel ya estaba organizada, Rani decide decide aprovechar el viaje a París, la ciudad de sus sueños, y se marcha sola. 


Vikas Bahl (director también de Lootera, una de mis pelis favoritas del año pasado y de la que tengo pendiente un post) deja de lado las historias de amor para ofrecernos una dramedia de crecimiento personal y autoconocimiento. No en vano se estrenó la víspera del 8 de marzo. La película es convencional, pero no tanto si tenemos en cuenta su punto de vista y la cultura en la que se enmarca. Además, va un paso más allá que, por ejemplo, English-Vinglish a la hora de retratar el empoderamiento de la mujer. Rani evoluciona, aprende y se libera. Es capaz de abrirse a otras ideas y de apreciar lo que tiene a su alrededor, sin perder su identidad en ningún momento, pero reafirmándose como mujer cueste lo que cueste. 


La película nos muestra la capacidad de adaptación de la protagonista, alejada de esas diosas del cine indio que solemos encontrar y que, por desgracia, aportan poco más que una cara bonita. Aunque su inocencia le juega alguna que otra mala pasada, no tarda en hacerse con la comprensión y la amistad de quienes la rodean. Los distintos encuentros que tiene, la forma de relacionarse con mujeres y con hombres, con indios y con personas de otros países, nos enseñan que algunos sentimientos son universales, independientemente de la procedencia y el bagaje cultural de cada uno. Es cierto, a la película le pesan en ocasiones muchos clichés (supongo que es inevitable; nosotros tampoco somos un ejemplo a ese respecto), pero tenemos que asumir que es parte del encanto de este tipo de pelis, que hay que ver con candidez y desvergüenza.


En definitiva, una película divertida pero con alma. Sencilla en su planteamiento y en su ejecución, cumple con creces su objetivo y deja buen sabor de boca. Muy india y muy multicultural. Muy hija de su tiempo y muy atemporal en sus pretensiones. Ojalá caiga pronto otra película de su estilo, porque aunque no tenga tantos colores (aunque toda la película es un festival para la vista), ni bailes (aunque la banda sonora de Amit Trivedi es deliciosa y está perfectamente integrada), ni historias de amor (aunque rebosa sentimientos), me ha encantado.






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