lunes, 20 de enero de 2014

El mundo en que especulamos



Este fin de semana estuve revisando la excelente adaptación que la BBC hizo en 2004 de Norte y Sur, la novela más famosa de Elisabeth Gaskell, y me fijé en un detalle que resulta fundamental para el desarrollo de la trama y que normalmente no se tiene demasiado en cuenta. 


No sé si debería avisar de spoilers, porque entiendo que todo el mundo habrá visto ya la miniserie o habrá leído el libro (y si no, no sé a qué estáis esperando), pero por si acaso, avisados estáis. Aunque los spoilers que pueda apuntar en la entrada no van a afectar en absoluto el posible disfrute de la ficción, sé que hay gente muy quisquillosa con el tema, así que sabed que a partir de ahora va a caer algún detalle de tramas y personajes. 


La puntilla que termina de arruinar a John Thorton, el hombre hecho a sí mismo, el empresario duro pero justo, es no haber querido participar en una acción especulativa llevada a cabo por su cuñado. La misma acción, por cierto, que hace que la riqueza de Margaret Hale se multiplique y pueda ofrecerle una inversión sustanciosa para reanudar el trabajo en la fábrica. En varios momentos de la novela (y de su adaptación), la autora nos ofrece su opinión sobre este tipo de empresas y sus riesgos.


Me doy cuenta así de que la cuestión económica, todo lo que rodea a la inversión y a la especulación, tiene una gran importancia en la literatura victoriana, pero que en sus adaptaciones cinematográficas y televisivas quizá se haya dejado un poco apartada para dar mayor preponderancia a lo romántico o a lo  social. Y creo que se pueden sacar algunas enseñanzas de ello porque, al fin y al cabo, ya sabemos que la historia se repite. 
 

Es lógico que la ficción del XIX refleje los cambios que la Revolución Industrial y el incipiente capitalismo trajeron a Europa y que Inglaterra sea también en lo literario la punta de lanza de esa (r)evolución (ya sabemos que la especulación como tal es mucho más antigua, pero tengo la impresión de que es a partir de este momento cuando se generaliza, corregidme si me equivoco). No hay que ser ningún intelectual para comprender las advertencias que novelas como la ya mencionada Norte y Sur o su coetánea Tiempos difíciles, de Charles Dickens, esconden bajo la pátina de la novela costumbrista o la sátira.


Es en otra novela dickensiana donde encontramos las consecuencias más sórdidas de jugar con dinero: en ocasiones la inversión empresarial y la especulación se hallan separadas por una línea muy fina y en La pequeña Dorrit vemos cómo el protagonista, Arthur Clennam, termina por dar con sus huesos en la cárcel para deudores de Marshallsea tras el fracaso de su empresa con el inventor Doyle, pero también por la caída del banco Merdle tras una arriesgada operación especulativa.


Otra historia que trata esta cuestión de la inversión, la especulación y la ruina que conllevan es El mundo en que vivimos, novela satírica de Anthony Trollope que también cuenta con varias adaptaciones a la pantalla, la última de 2001. En ella, el oscuro empresario Melmotte consigue embaucar a los ricos londinenses para que inviertan en una línea de ferrocarril en Estados Unidos (argumento que recoge también la serie de AMC Hell on Wheels, aunque en este caso se trata de una ficción original, y no de una adaptación), experimentando un importante ascenso social hasta convertirse en miembro del parlamento inglés... Recordemos, por cierto, que fue precisamente a la sombra de la construcción de las líneas de ferrocarril en Estados Unidos cómo nacieron las empresas de calificación Standard & Poors y Moody's.



Si no me equivoco, actualmente es Rafael Chirbes, con Crematorio y En la orilla (querido Canal+, ¿me dejas pedirte su adaptación?) quien mejor está retratando la situación política, económica y social en que nos encontramos. Aunque hay multitud de artículos sobre economía en la red, creo que las dificultades cotidianas, el dilema ético y el declive como sociedad aún no están lo suficientemente representados en la ficción. Así que creo que puede ser una buena idea volver a los clásicos puesto que, a la postre, no hemos cambiado tanto y lo que tenemos ahora no deja de ser una consecuencia de lo que éramos antes. ¿Qué opináis? ¿Qué otras novelas o películas recomendaríais para comprender la realidad, pasada o presente?


2 comentarios:

  1. Hola soy Romina (pelisfan en twitter) y es la primera vez que veo tu blog.Y debo decirte que ya es uno de mis favoritos.Segui con el gran trabajo que lleva un blog,esta muy bueno.

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  2. Hola, Romina. Muchas gracias por tus palabras, me alegra que te guste el blog. Espero que nos veamos por aquí y por twitter. Un abrazo.

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